14 de junio de 2021

La intrépida incursión de Emilia Pardo Bazán en la novela policíaca

 

Dentro de las novelas policíacas, como en las de otros géneros, nos podemos encontrar con categorías muy diversas. Algunas son modélicas; otras, buenas, y otras, aceptables. Sin embargo, en éste como en otros ámbitos, la calidad suele ser un bien escaso. Hay así bastantes textos que son malos; otros, muy malos, y no faltan otros que son extremadamente malos.

He de confesar, después de leer “La gota de sangre”, novela corta policíaca, hasta hace poco inédita, de la autora de “Los Pazos de Ulloa”, que no sabría dónde en justicia habría que ubicarla. Emilia Pardo Bazán, seguidora de las aventuras de Sherlock Holmes -que no le satisfacían demasiado-, trató de imitar, “perfeccionándolo a su gusto, el modelo de la novela inglesa criminal consagrado por Conan Doyle”[1].

La trama de esa novela gira en torno al asesinato de un individuo que se había desplazado desde Málaga a Madrid a fin de cobrar una serie de créditos comerciales de su empresa, a la sazón, la Sociedad Azucarera de Málaga; perdón, “la Sosiedá Asucarera de Málaga”, según el habla de otro malagueño afincado en Madrid, que trabajaba en el banco donde el desgraciado gestor de cobros efectuaba sus ingresos. “En su ceceo, en su habla graciosamente contraída, revelaba ser paisano del muerto”. Para que el lector se haga una clara idea del lenguaje malacitano, la escritora gallega reproduce literalmente la peculiar fonética: “Eze crimen poco tiene que averiguá… El criminá es (¡sic!, no "ez", ni "eh") Zelva; ¿quién va a zé?”. Otras joyas como ésta quedan a disposición del lector.

Aparte de adentrarse en el insólito proceso de investigación del crimen, el texto nos muestra algunos detalles interesantes de la vida en la capital en los primeros años del siglo veinte. La escritora gallega es adscrita habitualmente a la corriente del “naturalismo” de inspiración francesa, si bien algún destacado representante de esa escuela literaria cuestionó que lo practicara más allá del plano puramente formal, artístico y literario. En cualquier caso, sí se atuvo a la tendencia de llevar a cabo descripciones sumamente detalladas. El hecho de que, en dos de sus obras más reconocidas, “La Tribuna” (1883) y “Los Pazos de Ulloa” (1886), reflejara pormenorizadamente distintos aspectos de la realidad económica y social de la España de finales del siglo XIX -el nacimiento de la sociedad industrial, en un caso; la decadencia de la Galicia rural, en el otro- hasta le ha valido su inclusión en una obra dedicada a las mujeres economistas, a pesar de no tener esta especialidad[2].

“Escaseaban las consignas y la hoja tan pronto era quebradiza y seca, como podrida y húmeda… Al ir a estirar la hoja para hacer las capas, en vez de extenderse, se rompía, y en fabricar un cigarro se tardaba el tiempo que antes en concluir dos… seguían las turbulencias porque aquel Gobierno maldito, no contento con enviarles hoja de desperdicio, para más, daba en la flor de no pagarles…”, se recoge, por ejemplo, en una de las descripciones de “La Tribuna”[3]. Cuestiones importantes del entorno político se incluyen también en “Los Pazos de Ulloa”, donde se da cuenta de la contraposición entre la monarquía absoluta y la constitucional[4].

Al final de “La gota de sangre”, el protagonista asegura que, tras adquirir adiestramiento en Inglaterra, traerá “al descubrimiento de los crímenes elementos novelescos e intelectuales, y acaso un día podr[á] contar al público algo digno de la letra de imprenta”. Con algún retraso logró trasladar sus relatos a la letra impresa, pero nos deja el misterio de saber si lo ha hecho con plenitud y total merecimiento.



[1] Vid. José María Paz Gago, “Prólogo”, a Emilia Pardo Bazán, “Los misterios de Selva”, Ézaro, 2021, pág. II.

[2] Vid. Elena Márquez de la Cruz y Ana Martínez Cañete, “La obra de contenido económico de Emilia Pardo Bazán: La Tribuna y Los Pazos de Ulloa, en Luis Perdices de Blas y Elena Gallego Abaroa (coords.), “Mujeres economistas. Las aportaciones de las mujeres a la ciencia económica y a su divulgación durante los siglos XIX y XX”, Ecobook-Editorial del Economista, 2007, págs. 119-150.

[3] Alianza Editorial, 2021, págs. 254-255.

[4] Cátedra, 2021, pág. 328. 


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