21 de abril de 2021

Europhemeral Super League: learning by (un)doing

 

Desde hace bastante tiempo venía planeándose la idea de constituir una superliga europea de fútbol. Era un proyecto que tenía interés en analizar, que había anclado en la larga lista de autoencargos, acumulando ya meses de demora. Es una de las cuestiones a abordar, dentro del estudio de los clubes deportivos desde un punto de vista económico que recientemente proponía a un alumno ante la realización de su trabajo de fin de grado. Finalmente se decantó por el análisis de las implicaciones fiscales de tales clubes.

El lunes de esta semana saltaba la noticia. El proyecto que venía larvándose por fin tomaba forma con una fuerza aparentemente imparable. No había ya excusa para demorar el intento de realizar una incursión en dicha iniciativa desde un prisma económico. El fútbol europeo seguía así los pasos del baloncesto, que, no sin algunos escollos ni sin controversias, ha logrado consolidar una competición sumamente exitosa de primerísimo nivel deportivo, la Euroleague Basketball.

Ante una tesitura de esta naturaleza, es casi inevitable que surjan sentimientos contrapuestos entre los aficionados: ¿se debe rechazar radicalmente este tipo de competiciones, cerradas o cuasicerradas?, ¿hay que intentar estar incluido dentro de la élite deportiva?...

La actividad de los clubes deportivos presenta una serie de características muy singulares. Su proceso productivo no responde a ningún modelo empresarial estándar. Los aficionados juegan un papel esencial en todo momento. Aunque no formalmente, pueden ejercer una gran influencia, en la práctica, en la gobernanza de las entidades deportivas. También, en su condición de grupos de interés con gran incidencia en la opinión pública y, por esta vía, en las posiciones de los políticos maximizadores de votos, valga la redundancia.

La corta vida del ostentoso proyecto de la European Superleague (en el caso del fútbol no hacen falta especificaciones) ha demostrado que la incidencia efectiva de dichos colectivos puede ser sumamente poderosa. Los organizadores del gran proyecto deportivo quizás no habían llegado a evaluar adecuadamente los riesgos de ejecución a los que podían enfrentarse. Aunque tal vez pocos pudieran pensar que el recorrido iba a ser tan corto.

Está por ver cuál será el desenlace de la iniciativa. Es un buen momento para recordar y reivindicar el espíritu de los Bromley Boys[1], pero no puede eludirse el peso del “factor presupuestario”, condicionante de muchas decisiones. Como en otros ámbitos, puede demandarse que un servicio –público o privado- sea gratuito y de calidad, pero, desde luego, eso no es sinónimo de que pueda producirse con un coste nulo o reducido.



[1] Dicho espíritu se evoca en la entrada de este blog de fecha 18 de agosto de 2019.

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