4 de abril de 2021

Estadísticas vs percepciones personales: la recomendación de Harford

En una reciente entrada de este blog[1] se hacía referencia a la última obra de Tim Harford, “10 reglas para comprender el mundo” (Conecta, 2021), en la que, ante una panorama tan adverso, confuso e incierto como el que vivimos, se muestra, según se indica en el subtítulo, “Cómo los números pueden explicar (y mejorar) lo que sucede”. El título en la edición española difiere algo del original[2], pero refleja el alcance de la obra.

La segunda de tales reglas se concreta en el siguiente mensaje: “Sopesa la experiencia personal”. El autor parte de analizar una serie de situaciones de la vida real en las que se produce una discrepancia entre las percepciones personales y las estadísticas oficiales, por ejemplo, en relación con las tasas de ocupación media de los vagones de una línea de metro, o con la incidencia de fumar en la salud personal. Aporta ejemplos en los que se constata que la población mantiene creencias acerca de una gama de cuestiones que no se atienen a la realidad. Como seguidores de un club deportivo podemos tener la sensación de que los árbitros discriminan a los jugadores de nuestro equipo, pero las estadísticas acumuladas contradicen nuestra visión. A veces, tenemos la sensación de que un jugador de baloncesto es inseguro en el lanzamiento de los tiros libres, pero los registros estadísticos no lo confirman. ¿Qué es lo que sucede realmente?

La influencia del “pensamiento rápido” suele estar detrás de muchas de nuestras percepciones subjetivas. En ocasiones, sin embargo, el uso indiscriminado de indicadores cuantitativos puede llevar a distorsionar la realidad y a alterar los comportamientos. Las estadísticas baloncestísticas no distinguen entre la efectividad media y la efectividad marginal en las jugadas decisivas, ni aportan información sobre la fiabilidad de las faltas personales señaladas (respecto a las verdaderamente cometidas). En algunos centros universitarios, el indicador básico de la eficacia de la docencia es el número de alumnos aprobados.

Siguiendo el enfoque de Muhammad Yunus, Harford recomienda combinar de manera equilibrada la “vista de pájaro”, basada en las estadísticas, con la “vista de gusano”, asociada a la experiencia personal. Normalmente nos mostrarán cosas distintas y, en ocasiones, nos colocarán ante un rompecabezas. Toda contradicción puede ser un estímulo para emprender una investigación, aunque sólo sea a escala particular. La fórmula del “pensamiento lento” acaba siempre por ofrecer algún pequeño dividendo, cognitivo o emocional, y va abriendo el camino para poder practicar el pensamiento crítico[3].



[1] “Harford y Debussy: claro de mente, claro de luna”, 27 de febrero de 2021.

[2] Una traducción casi literal sería: “Cómo hacer para comprender el mundo. Diez reglas para pensar de manera diferente acerca de los números”.

[3] Abordamos este tema en “La importancia del pensamiento crítico en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la Economía”, eXtoikos, nº 19, 2017. 

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