3 de abril de 2021

La insólita estrategia japonesa para la educación financiera infantil

 

Quienes llevamos años embarcados en la apasionante aventura de la educación financiera nos afanamos por encontrar las mejores alternativas para intentar transmitir, de la forma más efectiva posible, los contenidos de ese campo del conocimiento, que se asemeja, cada vez más, a un universo en expansión continua. Los retos didácticos son enormes, lo que quizás viene a explicar la enorme diversidad de enfoques que nos encontramos en el ámbito internacional. Diversidad que se acentúa teniendo en cuenta las distintas situaciones y necesidades de los diferentes colectivos poblacionales en el foco de las acciones formativas.

Japón es uno de los lugares donde mayor importancia se concede a la adquisición de formación financiera en la etapa escolar[1]. Como en la mayoría de los países, las dificultades para extender la cultura financiera entre los más jóvenes no son despreciables. En el país del sol naciente existen adicionalmente algunas potentes normas sociales que deben superarse, según algunos responsables educativos. Entre tales normas, se encuentra la de que se considera vergonzoso obtener dinero a través de la inversión en instrumentos financieros[2].

Viento del Este, viento del Oeste… Los participantes en programas de educación financiera –no digamos quienes transitamos en proyectos en construcción permanente- tenemos que estar abiertos a los vientos de todas las latitudes, y a los vientos de todas las estaciones del año. Debemos encararlos sin prejuicios y sin rechazos de antemano… aunque esa mentalidad nos depare a veces alguna que otra sorpresa.

Eso es lo que nos ocurre cuando tomamos conocimiento de que la Agencia de Servicios Financieros de Japón ha recurrido a un peculiar estilo de dibujos animados para instruir a los niños acerca del dinero[3]. El regulador financiero nipón quiere aprovechar la popularidad de Unko Doriru, una serie de cuadernos de ejercicios que transmiten sus mensajes educativos con un sello bastante distintivo. Según refiere el corresponsal del Financial Times en Tokyo, el autor de los exitosos textos explota los “inagotables poderes” (sic) del “sólido elemento” (licencia adoptada aquí) para entretener a los niños, llegando a penetrar los campos de las matemáticas y de las ciencias.

Según la misma fuente, Unko Doriru se traduce literalmente como “poo exercises”. Gracias a esta aclaración es posible evitar vernos lost in translation. Hasta ahora, estábamos convencidos de que podían extraerse enseñanzas valiosas con fines didácticos de historias como la de Winnie the Pooh[4] y de otras similares, pero, sinceramente, no esperábamos encontrarnos con semejante nivel de creatividad.

A pesar de partir siempre con una mentalidad abierta y no excluyente a priori, no sé si, en algún caso, se nos podría conceder, como excepción, ejercer la objeción de conciencia didáctica.



[1] Vid. OECD/INFE, “National Strategies for Financial Education”, 2015, pág. 104.

[2] Vid. OCDE, “Promoting better lifetime planning through financial education”, ABDI-Japan-OECD High-level Global Symposium, Tokyo, 2015, pág. 4.

[3] Vid. L. Lewis, “Japan deploys scatological strategy to explain finance to kids”, Financial Times, 21 de marzo de 2021.

[4] Vid. “La eficiencia según Winnie the Pooh”, Blog Tiempo Vivo, 25 de mayo de 2019.  Aunque no hay que dejar de reconocer que algunas expresiones pueden tener un gran impacto comunicacional. Así ocurrió hace poco en el curso de un seminario de altas finanzas en el que un experto ponente, al exponer la reticencias de los bancos centrales a elevar los tipos de interés, ante el temor al freno a la recuperación económica, utilizó una popular frase empleando la palabra "sitting" (pero con hache intercalada), ofreciendo  a renglón seguido, por si había quedado alguna duda, la traducción al español. El mensaje quedó bastante claro.

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