2 de marzo de 2021

Gaviotas en el cielo de Málaga

Siempre fue uno de mis animales preferidos. Su estampa solitaria era una señal inequívoca de estar en algún paraje marinero, una insinuación de la aventura que podía estar próxima a comenzar, un anuncio del viaje que siempre habíamos anhelado realizar, un signo de la libertad que estaba por llegar. Allá a lo lejos aún percibo su vuelo, a veces majestuoso, a veces errático, mientras deambulaba por el antiguo puerto pesquero, hoy perdido en la memoria.

La aparición de Juan Salvador Gaviota, de Richard Bach, tuvo un impacto mundial. La historia venía como anillo al dedo para mitificar la imagen de esa ave en unas mentes juveniles ávidas de alzar el vuelo al cielo abierto. He recuperado el ejemplar, que aún conserva la estampa típica, de buenas hechuras, del Círculo de Lectores. Discretamente, lleva anotada una fecha, “14-7-75”, la del día en el que acabé su lectura, lo que, ciertamente, no requería emplear demasiado tiempo, a tenor de las abundantes fotografías y los espaciados y holgados párrafos. Era una noche muy calurosa, marcada por la inquietud. Al día siguiente tenía lugar el examen de Selectividad, la primera vez que esa extraña prueba, que normalmente se empeña en desmentir su propio nombre, se celebraba en España. Por aquel entonces, lógicamente, no había referencias sobre los posibles contenidos y, mucho menos, procesos de preparación para las pruebas. Qué otra cosa podía hacer.

El paso del tiempo, como en tantas otras facetas, fue erosionando las connotaciones románticas asociadas al idealizado animal, de hábitos poco amigables, y con una aparente tendencia creciente a abandonar sus habilidades para procurarse su alimentación basadas en su destreza por otras menos elegantes.

Quizás por eso, al cabo de tantos años, vislumbrar el centro de la ciudad plagado de inquietas gaviotas produce cierto desasosiego y alguna extrañeza. A pesar de todo, siguen conservando su figura estilizada, aunque nunca podrán ya recuperar el lugar que un día tuvieron en el imaginario adolescente. Ahora, en tropel, vuelan ansiosas entre los tejados de dos edificios singulares de una etapa modernizadora, de dudosa estética, y que hoy, temporalmente clausurados, comparten dolencias estructurales.



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