1 de marzo de 2021

El futuro del capitalismo según Schumpeter

Es reconocido Schumpeter como uno de los más profundos y perspicaces analistas de la dinámica del capitalismo[1], pese a lo cual no han faltado sonadas descalificaciones, algunas de ellas provenientes de reputados arietes del pensamiento económico. Ello no le impide, sin embargo, seguir impartiendo doctrina desde su elevado pedestal. Para todos los interesados en la evolución del capitalismo, su obra “Capitalismo, socialismo y democracia”, aparecida en el año 1942, sigue siendo un lugar de visita obligada.

Acostumbrados a ver ensalzada la figura del empresario schumpeteriano como artífice de la innovación y del progreso económico, no podemos sino vernos impactados cuando leemos la respuesta que el economista austríaco da a la pregunta que él mismo formula, “¿Puede sobrevivir el capitalismo?”: “No. No creo que pueda hacerlo”[2].

Ahora bien, inmediatamente nos recuerda que “esta opinión suya, como la de cualquier otro economista que se ha pronunciado sobre el tema, es en sí misma completamente carente de interés. Lo que cuenta en cualquier intento de prognosis social no es el Sí o el No que resume los hechos y argumentos que llevan a ello sino tales hechos y argumentos en sí mismos. Estos contienen todo lo que es científico en el resultado final. Todo lo demás no es ciencia sino profecía”.

Y, continúa afirmando, “el análisis, ya sea económico o de otro tipo, nunca genera más que una manifestación sobre las tendencias presentes en un modelo observable. Y éstas nunca nos dirán lo que sucederá al modelo sino sólo lo que sucedería si continuaran actuando como han estado haciéndolo en el intervalo de tiempo cubierto por nuestra observación y sin otros factores inmiscuidos. La ‘inevitabilidad’ o la ‘necesidad’ nunca pueden significar más que esto”.

Tras éstas y otras interesantes consideraciones metodológicas, anticipa Schumpeter que la tesis que pretende establecer es que “el comportamiento actual y prospectivo del sistema capitalista es tal como para negar la idea de su ruptura bajo el peso de fracaso económico, pero que su propio éxito socava las instituciones que lo protegen, e ‘inevitablemente’ crea condiciones en las que no podrá vivir y que fuertemente apuntan al socialismo como el heredero aparente. Mi conclusión final, por tanto, no difiere, aunque gran parte de mi argumento puede que sí, de la mayoría de los escritores socialistas y en particular del de todos los marxistas. Pero para aceptarlo no se necesita ser socialista. La prognosis no implica nada sobre la deseabilidad del curso de los eventos que se predicen. Si un médico predice que su paciente fallecerá dentro de poco, eso no significa que lo desee. Uno puede odiar el socialismo o al menos verlo con una fría crítica, y aun así prever su llegada”.

Mucho más adelante, Schumpeter nos advierte de que “nada es más traicionero que lo obvio”[3], antes de analizar la relación entre el socialismo y la democracia. Conocedores de lo acontecido desde entonces, jugamos con ventaja respecto al autor de “Historia del análisis económico”. Ahora somos conscientes de que los finales aparentes de la historia pueden ser también muy engañosos, e ignoramos si ahora nos encaminamos hacia alguna meta final. No lo sabemos, pero vemos que en el camino muchas libertades individuales corren un serio peligro. La estructura económica sigue jugando un papel fundamental en el devenir de las sociedades, pero da la impresión de que, en la práctica, la ideología es una fuerza mucho más poderosa.

Para tratar de comprender la compleja época que vivimos, la relectura del análisis de Schumpeter puede ser una valiosa ayuda, y, al menos, nos puede servir para comprobar cómo han evolucionado realmente los factores de entorno que él había pronosticado.



[1] Una magnífica semblanza del economista austríaco, a cargo del profesor Miguel González Moreno, se recoge en el número 1 de la revista eXtoikos, 2011.

[2] J. A. Schumpeter, “Capitalism, socialism and democracy”, 3ª ed., Harper, 2008, pág. 61.

[3] Ibíd., pág. 235. 

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