17 de septiembre de 2020

“La masa enfurecida”: la batalla de Douglas Murray contra la nueva religión dominante

Cuando uno se encuentra con la publicación de una nueva novela o de un ensayo en la librería, es difícil sustraerse a la tentación de echarle un vistazo a las valoraciones de otros escritores o de medios de comunicación recogidas en la contraportada. En algún artículo anterior sostenía la tesis de que, más efectivas que las inducciones a la lectura, pueden ser las señales inhibitorias percibidas a raíz de los exagerados avales prestados por otros autores etiquetados -con más o menos razón, pero según preferencias personales- como perfectamente prescindibles a tenor de nuestra propia experiencia. No obstante, en sentido contrario, el respaldo otorgado por un intelectual apreciado es un indicio no desdeñable.

Posiblemente la valoración de la obra “The madness of crowds” (2019), de Douglas Murray, haya sido una de las últimas que haya podido efectuar Roger Scruton, fallecido a comienzos de este año (BTV, 11-2-2020): “Impresionante. El estudio que Murray lleva a cabo sobre la enajenación de nuestros días no va convencer a todos, pero pone sobre la mesa las cuestiones más importantes que hoy toca plantearse”.

Impresionante es sin duda cómo Murray en el libro, ahora publicado en España (“La masa enfurecida”, Península Atalaya, 2020), se posiciona tan abiertamente contra algunas de las corrientes “culturales” predominantes en la actualidad. Según él, “La interpretación del mundo a través de la lente de la ‘justicia social’, la ‘política identitaria grupal’ y la ‘interseccionalidad’ es quizá el esfuerzo más audaz y exhaustivo por crear una nueva ideología desde el fin de la Guerra Fría”.

Y llega a afirmar que “Lo que todas estas luchas tienen en común es que empezaron como campañas legítimas de defensa de los derechos humanos. Por eso han llegado tan lejos. En un momento dado, sin embargo, todas descarrilaron”.


En su diagnóstico se muestra demoledor: “… Es por eso que los pilares de la nueva moralidad y la nueva metafísica sientan los cimientos de una locura generalizada. A decir verdad, cuesta imaginar una base más precaria para la armonía social”.


En el párrafo final de la introducción del texto, el autor señala que no aspira a desactivar todas las minas de un terreno bastante minado, pero declara que tiene la esperanza de que el libro sirva para despejar una parte del terreno y que otros después de él puedan transitar por él de forma más segura. ¿Podrá tener éxito en tan complicada misión, o es realmente una locura pretender siquiera cuestionar la hegemonía de una doctrina tan arrolladora?

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