Ha sido calificado, con toda razón, como “economista estrella”, a tenor de sus impresionantes éxitos editoriales. Realmente llamativos en una era como la que vivimos, en la que está tan extendido el hábito de despachar cosas de enorme envergadura en los estrechos límites de un tweet. Ciertamente impresionante que sus textos de casi 600 páginas (“El capital en el siglo XXI”) o incluso por encima de las 1.000 (“Capital e ideología”) desafíen esa ley empírica de la jibarización expresiva, emulando o superando los mamotretos novelísticos de Ken Follett.
El mérito es mayor, por cuanto los textos pikettianos, aunque trufados de referencias literarias, no son de digestión ligera. Aun cuando el economista francés, muy versado en el dominio de las matemáticas, apenas recurre, en aras de la inclusividad, a expresiones algebraicas, despliega una extensa batería de datos y de argumentos económicos. Hay que dedicar bastante tiempo e incurrir en un esfuerzo más que notable para completar la lectura de las dos obras referidas. Puedo dar fe de ello, como también de la mucho mayor sencillez que las caracteriza respecto a una de las obras económicas más emblemáticas de todos los tiempos, como es la “Teoría General” de Keynes. Como señalaba en una entrada anterior de este blog, me sorprendieron en su momento las críticas, muy poco conocidas, que se lanzaron acerca de la escasa inteligibilidad de algunos de sus contenidos.
También me ha causado cierta sorpresa la etiqueta que, al parecer, alguien adjudicó a “El capital en el siglo XXI” como “el best seller menos leído de todos los tiempos” , lo que no creo le haya quitado el sueño a su autor, tras haber reventado los registros de ventas y haber logrado ver catapultada su figura a escala mundial, desbordando extraordinariamente el círculo de especialistas.
No acaban ahí las sorpresas.
Como una muestra más de la incesante carrera de obstáculos que encuentra en su trayectoria de difusión de sus contribuciones científicas, y de las insuperables trabas que un anticapitalista declarado encuentra, en un sistema capitalista, como predicador e ideólogo anticapitalista, dentro de unos días se estrena un documental cinematográfico realizado a partir de tan exitosa obra.
“De la misma forma que el lenguaje de la ciencia social y el lenguaje de la literatura son complementarios, el lenguaje de la imagen y el sonido es complementario”, ha declarado Piketty.
Inspirador de los programas económicos de destacados políticos considerados “izquierdistas”, deja una frase para la reflexión: “Derecha e izquierda pueden significar cosas muy, muy diferentes en diferentes contextos históricos. Ciertamente no quiero que la gente piense en estos términos”. Quien haya leído alguna de las dos obras antes mencionadas puede que quede algo impactado por la expresión de ese deseo.