En su trayectoria como máximo representante de la primera institución
monetaria europea, Mario Draghi se ha distinguido, al menos, por tres atributos:
ser un decidido hombre de acción, acumular y manejar sabiamente los fundamentos
del análisis económico, e inspirarse en principios y valores filosóficos de gran
alcance y profundidad. Tras dejar las responsabilidades en las que evidenciaba
ese primer atributo, sigue exhibiendo los otros dos.
Sus advertencias y recomendaciones
económicas acerca de la gestión de los elevados montantes de deuda pública en
el contexto de la pandemia del coronavirus, plasmadas en una reciente
conferencia pronunciada, el día 18 de agosto de 2020, en un encuentro en Rímini, son particularmente valiosas.
Pero, al margen del componente económico, en ese discurso, M. Draghi hace
referencia a otro suyo anterior que tuvo lugar en la Universidad Católica de
Milán en 2019, cuando puso de relieve las tres cualidades que considera
indispensables para aquellas personas que ejercen el poder público:
i. La búsqueda del conocimiento, de manera que
las decisiones se basen en hechos y no sólo en convicciones.
ii. El coraje para adoptar decisiones, especialmente
cuando no todas sus consecuencias son conocidas con certeza, puesto que la
inacción en sí misma tiene consecuencias y no exime de responsabilidad a quienes
han de adoptar las decisiones.
iii. La humildad para comprender que el poder
que se les ha otorgado no lo ha sido para usarlo arbitrariamente, sino para
alcanzar los objetivos que el legislador les ha asignado dentro de un mandato
específico.
No es complicado ir añadiendo otros requisitos para definir el perfil “ideal”
de un gobernante público, pero sin duda sí es sumamente difícil que la tríada
sugerida por Draghi pueda ser rebatida como pilar fundamental para el diseño de
un molde adecuado, y como piedra de toque para evaluar las actuaciones
individuales. Sin embargo, la evaluación imparcial y objetiva es una
tarea cada vez más ardua ante la influencia creciente de los medios comunicación
y de las redes sociales como creadores de opinión.