24 de agosto de 2020

La liberalidad en la asignación del dinero ajeno: lecciones de justicia distributiva en El Quijote


Además de su incomparable belleza literaria, El Quijote es una fuente inagotable de ingenio y sabiduría. Raro es el pasaje del que no pueda extraerse alguna enseñanza provechosa. El episodio en el que, ya camino de Barcelona, don Quijote y Sancho se relacionan con un grupo de bandoleros no es una excepción al respecto.

En él encontramos algunas interpretaciones de la justicia distributiva y distintas percepciones acerca de la legitimidad de la disposición del dinero ajeno. En aquel menester, el jefe de la banda, Roque Guinart, se muestra inicialmente como un gran virtuoso, toda vez que “lo repartió [el botín] por toda su compañía, con tanta legalidad y prudencia, que no pasó un punto ni defraudó nada de la justicia distributiva”.

Además de esta virtud, evidencia luego la del comedimiento en la “extracción del valor” de las víctimas del asalto. Ante un “patrimonio efectivo” compuesto por 90 escudos y 60 reales, después de oír las historias de los apresados, que se encaminaban a Italia, determina que únicamente le entreguen (le “presten”) 140 escudos, “para contentar esta escuadra que me acompaña, porque el abad de lo que canta yanta”.

Y, aun cuando se declara como “mal contador”, resuelve inmediatamente el siguiente cálculo distributivo: “De estos escudos dos tocan a cada uno [de los 60 integrantes de la banda] y sobran veinte: los diez se den a estos peregrinos, y los otros diez a ese buen escudero, porque pueda decir bien de esta aventura”.

Magnánimo en su inesperado gesto, que dejó admirados a los “prestamistas” forzados, su criterio no contó, empero, con el beneplácito de uno de los bandidos, quien no pudo evitar quejarse amargamente: “Este nuestro capitán más es para frade que para bandolero: si de aquí adelante quisiere mostrarse liberal, séalo con su hacienda, y no con la nuestra”.

Podríamos, pues, designar como “el criterio de Roque Guinart” esa tendencia bastante extendida entre personas resueltamente generosas que muestran una acentuada propensión a efectuar repartos de recursos provenientes de terceras personas.

El personaje discrepante de tal criterio en la aventura cervantina, aunque pronunció sus palabras quedamente y “en su lengua gascona y catalana”, tuvo la desdicha de que llegaron a oídos del líder. Tal y como puede deducirse del texto (segunda parte, capítulo LX), no puede decirse que entre sus cualidades figurara también la de la conmiseración con los miembros de su tropa: “De esta manera castigo yo a los deslenguados y atrevidos”. No obstante, en este caso podría decirse que, asimismo, llevó a cabo una cierta “distribución”, aunque bastante peculiar y poco conveniente para la parte afectada.

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