El tremendo shock provocado por la pandemia del coronavirus está sometiendo a
la economía y a la sociedad a pruebas de resistencia extrema, superando los
escenarios más adversos concebidos. Y ha obligado a adaptaciones aceleradas,
sobre la marcha. También ha llevado a revisar y a reformular paradigmas que
parecían muy sólidos.
Algo que resulta más difícil en
relación con la percepción social del papel de las entidades bancarias,
condicionada por todo lo acontecido a raíz de la gran crisis financiera
internacional de 2007-2008 y sus consecuencias. La sombra del denominado
rescate bancario es alargada. Sin embargo, suelen omitirse algunos datos no triviales,
como que ha habido entidades que no recibieron ayudas públicas, y que estas no
impidieron que los bancos en crisis perdieran su capital, mientras que sí propiciaron
que los depositantes conservaran intactos sus ahorros. Las ayudas concedidas,
que permiten mantener el control público de una de las mayores instituciones
nacionales, posibilitaron preservar la estabilidad de un sistema que, a través del
funcionamiento de los medios de pago, la custodia y la canalización del ahorro,
y el canal del crédito, resulta crucial para el desenvolvimiento de la
actividad económica.
No es de extrañar, pues, que,
entre los servicios considerados esenciales en el estado de alarma nacional, se
incluyeran expresamente los prestados por las entidades bancarias. Se
multiplican, con toda razón, los testimonios de reconocimiento hacia todas
aquellas personas que con su sacrificio y esfuerzo diarios, en ocasiones a
costa de su propia seguridad, están manteniendo los resortes claves para la
continuidad de la marcha de la sociedad, y, de manera muy especial, hacer
frente a la terrible enfermedad que nos golpea. Las alusiones al personal de
las oficinas bancarias que continúan abiertas al público, y a quienes mantienen
toda la maquinaria de los servicios financieros en marcha, quedan, sin embargo,
soslayadas.
Como también el papel crucial
desempeñado por las entidades bancarias en esta etapa tan crítica. Para
garantizar la seguridad de los depósitos confiados por la clientela, para
instrumentar pagos y operaciones a través de canales telemáticos, para atender
el cobro de nóminas, pensiones y prestaciones, para dar un respaldo a familias
y empresas afectadas por una caída de sus recursos económicos, para ayudar a
miembros de colectivos en situación de vulnerabilidad económica, para canalizar
las medidas gubernamentales. En fin, para transmitir confianza de que la
sociedad puede seguir contando con unos servicios cuya verdadera importancia no
se percibe bien sino cuando están ausentes.
El personal de los bancos viene
trabajando arduamente para que las referidas medidas económicas puedan ser
efectivas. Y no hay que perder de vista que, más allá de la estrategia de las
propias entidades en relación con la gestión de sus activos, y de sus
decisiones en el ámbito de la responsabilidad social corporativa, algunas de las
disposiciones dictadas desde las páginas del Boletín Oficial del Estado en
apoyo de familias, autónomos y empresas impactan directamente en sus cuentas de
resultados (coste de las moratorias de intereses de préstamos, gastos para la
formalización de las operaciones de moratoria y de liquidez, entre otros
aspectos).
Si ya antes de la crisis
sanitaria los bancos afrontaban considerables retos en términos de
rentabilidad, en un entorno de prolongación de tipos de interés
ultrarreducidos, actualmente se multiplican de una manera extraordinaria, en
particular por lo que concierne a la cobertura de sus costes de producción. Hoy
día se echa de menos la presencia de sucursales en pequeños municipios después
de la reconversión a la que se ha visto sometido el sector. Es fundamental que,
en un futuro, no ocurra algo parecido a una escala mayor. Ahora la prioridad
indiscutible es proteger la vida y la salud de las personas, pero también lo es
velar por la salud del sistema económico y por la del sistema financiero. Ambos
se necesitan, y ninguno puede seguir respirando sin el otro.
(Artículo publicado en el diario
“Sur”, con fecha 25 de mayo de 2020)