7 de abril de 2020

Tiempo de intraemprendedores


Vivimos -o vivíamos- en una era de transformación continua. Surgen y se extienden nuevos paradigmas económicos en los ámbitos de la producción, la distribución y el consumo. Y la transformación afecta también a la forma en la que se gesta la innovación. Pese a ello, el arquetipo del empresario schumpeteriano ha de seguir colocado en su pedestal, distinguido por su vitola innovadora y rupturista. Difícilmente alguien puede arrebatarle su carácter aventurero y heroico, su espíritu incólume capaz de sobreponerse a la adversidad y de abrir nuevas rutas para el progreso de la sociedad.

Sin embargo, eso no impide reconocer que hay otra clase de talento que, para dar su fruto, precisa de un entorno que desempeñe dos papeles duales, aparentemente contradictorios pero, en el fondo, complementarios: el de una organización que brinda su respaldo y que, al mismo tiempo, se presta a ser desafiada. Ahí surge el caldo de cultivo donde crece la estirpe de los intraemprendedores.

Hoy día, la innovación se ha extendido como un mantra ubicuo y omnipresente en los planes estratégicos casi de cualquier empresa. Pero, como expone E. Uviebinené, es altamente probable que tales estrategias fracasen si las empresas no propician una cultura real de innovación entre su personal y crean un “apetito” por los intraemprendedores.

Es ésta una palabra de moda, pero el término fue concebido en el año 1978 por G. Pinchot III, quien planteaba que los candidatos a ese calificativo deberían estar dispuestos a afrontar algunos costes personales en términos de dedicación adicional o de sacrificio dinerario. Anteriormente, Norman Macrae, en 1975, había pronosticado que la revolución del emprendimiento provendría de hacer cosas en competencia dentro de las propias empresas. Y Steve Jobs afirmaba que el equipo de personas que desarrolló el mítico ordenador Apple Macintosh encajaba en el ámbito del intraemprendimiento, a través de “un grupo de personas volviendo, en esencia, al garaje, pero en una gran compañía”. Veinte personas “(in)dependientes” generaron ese prodigio de la informática.

Frente a la tendencia de las corporaciones a seguir modelos de comportamiento establecidos, abstrayéndose de lo que sucede a su alrededor, el intraemprendimiento se consolida como la gran próxima tendencia en la innovación corporativa, como componente vital de cualquier organización que tenga la ambición de crear el mayor valor para sus clientes más allá de los productos y servicios tradicionales.

No es de extrañar, pues, que se recopilen estadísticas de la tasa de emprendimiento de los empleados (N. Borma y D. Kelly, Global Entrepreneurship Monitor). Hay países, como Alemania, donde la probabilidad del emprendimiento dentro de las organizaciones es similar a la del emprendimiento a través de start-ups independientes (5% sobre el total de personas con edad entre 18 y 64 años). En Estados Unidos, la primera tasa (8%) es menor que la segunda, pero ésta es muy elevada (16%). En España, donde la tasa referente a los empleados es una de las más bajas entre los países avanzados, la brecha es muy apreciable (1,5% y 7%, respectivamente).

Según la consultora Deloitte, no se trata de crear intraemprendedores, sino de identificarlos y reconocerlos. Y otros analistas pronostican que las empresas que permanezcan ancladas en la complacencia, y no sean capaces de crear culturas que estimulen la creatividad de sus empleados, irán quedándose rezagadas y, eventualmente, se verán abocadas a la desaparición.

En una etapa marcada por grandes retos derivados del entorno, muchas empresas se enfrentan a la necesidad de mejorar su eficiencia, ajustando sus plantillas, seguir prestando servicios tradicionales, conjugarlos con los nuevos, y, al propio tiempo, dedicar recursos a desarrollos al margen del proceso productivo normal. En palabras de J. Birkinshaw, las corporaciones necesitan ser “ambidextras”. Todo un desafío para las capacidades y para la gestión.

Ante la crisis de la terrible pandemia que nos azota, el papel potencial de los intraemprendedores se acrecienta. De su creatividad innovadora puede depender el futuro de sus empresas.

(Publicado en el diario “Sur”, con fecha 6 de abril de 2020)

Entradas más vistas del Blog