Vivimos -o vivíamos- en una
era de transformación continua. Surgen y se extienden nuevos paradigmas
económicos en los ámbitos de la producción, la distribución y el consumo. Y la
transformación afecta también a la forma en la que se gesta la innovación. Pese
a ello, el arquetipo del empresario schumpeteriano ha de seguir colocado
en su pedestal, distinguido por su vitola innovadora y rupturista. Difícilmente
alguien puede arrebatarle su carácter aventurero y heroico, su espíritu
incólume capaz de sobreponerse a la adversidad y de abrir nuevas rutas para el
progreso de la sociedad.
Sin embargo, eso no impide
reconocer que hay otra clase de talento que, para dar su fruto, precisa de un
entorno que desempeñe dos papeles duales, aparentemente contradictorios pero,
en el fondo, complementarios: el de una organización que brinda su respaldo y
que, al mismo tiempo, se presta a ser desafiada. Ahí surge el caldo de cultivo
donde crece la estirpe de los intraemprendedores.
Hoy día, la innovación se ha
extendido como un mantra ubicuo y omnipresente en los planes estratégicos casi de
cualquier empresa. Pero, como expone E. Uviebinené, es altamente probable que tales
estrategias fracasen si las empresas no propician una cultura real de
innovación entre su personal y crean un “apetito” por los intraemprendedores.
Es ésta una palabra de moda,
pero el término fue concebido en el año 1978 por G. Pinchot III, quien planteaba
que los candidatos a ese calificativo deberían estar dispuestos a afrontar
algunos costes personales en términos de dedicación adicional o de sacrificio
dinerario. Anteriormente, Norman Macrae, en 1975, había pronosticado que la
revolución del emprendimiento provendría de hacer cosas en competencia dentro
de las propias empresas. Y Steve Jobs afirmaba que el equipo de personas que
desarrolló el mítico ordenador Apple Macintosh encajaba en el ámbito del intraemprendimiento,
a través de “un grupo de personas volviendo, en esencia, al garaje, pero en una
gran compañía”. Veinte personas “(in)dependientes” generaron ese prodigio de la
informática.
Frente a la tendencia de las
corporaciones a seguir modelos de comportamiento establecidos, abstrayéndose de
lo que sucede a su alrededor, el intraemprendimiento se consolida como
la gran próxima tendencia en la innovación corporativa, como componente vital
de cualquier organización que tenga la ambición de crear el mayor valor para
sus clientes más allá de los productos y servicios tradicionales.
No es de extrañar, pues, que
se recopilen estadísticas de la tasa de emprendimiento de los empleados (N.
Borma y D. Kelly, Global Entrepreneurship Monitor). Hay países, como
Alemania, donde la probabilidad del emprendimiento dentro de las organizaciones
es similar a la del emprendimiento a través de start-ups independientes
(5% sobre el total de personas con edad entre 18 y 64 años). En Estados Unidos,
la primera tasa (8%) es menor que la segunda, pero ésta es muy elevada (16%). En
España, donde la tasa referente a los empleados es una de las más bajas entre
los países avanzados, la brecha es muy apreciable (1,5% y 7%, respectivamente).
Según la consultora Deloitte,
no se trata de crear intraemprendedores, sino de identificarlos y
reconocerlos. Y otros analistas pronostican que las empresas que permanezcan
ancladas en la complacencia, y no sean capaces de crear culturas que estimulen
la creatividad de sus empleados, irán quedándose rezagadas y, eventualmente, se
verán abocadas a la desaparición.
En una etapa marcada por
grandes retos derivados del entorno, muchas empresas se enfrentan a la
necesidad de mejorar su eficiencia, ajustando sus plantillas, seguir prestando
servicios tradicionales, conjugarlos con los nuevos, y, al propio tiempo,
dedicar recursos a desarrollos al margen del proceso productivo normal. En
palabras de J. Birkinshaw, las corporaciones necesitan ser “ambidextras”. Todo
un desafío para las capacidades y para la gestión.
Ante la crisis de la
terrible pandemia que nos azota, el papel potencial de los intraemprendedores
se acrecienta. De su creatividad innovadora puede depender el futuro de sus
empresas.
(Publicado en el diario “Sur”, con fecha 6 de abril de 2020)
(Publicado en el diario “Sur”, con fecha 6 de abril de 2020)