Ha llegado la hora de la política fiscal. Es una frase de moda, repetida como una consigna por analistas, políticos y economistas. Va asociada a otra idea extendida, la de que la política monetaria, más que agotado, ha exprimido todo su arsenal, hasta adentrarse en la más insospechada heterodoxia, y que ya no da más de sí. Si los conductos monetarios están exhaustos, es el momento de desplegar una batería de medidas presupuestarias, preferentemente por la vía del gasto público. Salir del agujero negro monetario no será tarea fácil.
Desde luego que podrían hacerse algunas matizaciones. La primera, que la política fiscal realmente no ha estado tan ausente como se proclama, sino que ha estado camuflada en la política monetaria. La otra, que, como ya han aseverado las autoridades monerarias europeas, llegado el caso, el Banco Central Europeo no escatimaría ningún esfuerzo, sin descartar ningún tipo de actuación… La verdad es que aterra pensar en esa coyuntura. Tal vez la imagen de un agujero negro monetario, asociada a la de un pozo -se supone que con algún fondo- , se deformaría en la de un agujero negro estelar.
Lejos, de momento, de ese escenario apocalíptico, la nueva ortodoxia pasa por auxiliar a la política monetaria heterodoxa, transgresora y balsámica, con el recurso a los instrumentos presupuestarios, después de una época dominada por la denostada austeridad.
No todos los países, sin embargo, están en la mismas condiciones ni disponen de los mismos márgenes de actuación. La ubicación de los distintos países en el espacio delimitado por dos indicadores “maastrichtianos” (no en sentido geológico) cruciales, como son el del saldo presupuestario público y el de la ratio de deuda pública, ambos respecto al PIB, nos ofrece algunas pistas significativas.
Así, en el gráfico adjunto se recoge la posición absoluta y relativa de los países de la Unión Europea. Al representar las líneas correspondientes a un déficit del 3% y a un saldo de deuda del 60%, respecto al PIB, quedan delimitados cuatro cuadrantes.
No sé si a Nono Valdivieso le habrán quedado ganas de seguir haciendo incursiones en el mundo de los gráficos, pero espero que, en el supuesto de que llegue a ver este, convenga conmigo en que algunas representaciones son bastante autoexplicativas. Esta es, en mi opinión, una de ellas. Si no mil, la imagen ahorra un buen lote de palabras.