24 de noviembre de 2019

La educación financiera ante el templo del conocimiento

La pasada semana se celebró en Málaga el II Congreso de Educación Financiera de Edufinet, bajo el título de “Educación financiera para una sociedad en transformación”. El encuentro se desarrolló en un lugar privilegiado, concretamente en la antigua capilla del Palacio Episcopal, actualmente reconvertida en un espléndido salón de actos, bajo la gestión de la Fundación Unicaja, que cedió a Edufinet el honor de inaugurar dicho espacio con la referida actividad congresual.

En una de la sesiones, en tono humorístico, Eugenio Luque, Decano de la Facultad de Económicas de Málaga, llegó a plantear si era realmente apropiado tratar asuntos relacionados con las finanzas en un recinto con connotaciones sagradas, con tácita alusión a la conocida escena de los mercaderes en el templo.

En el mismo tono, me permití luego señalar dos pequeñas matizaciones. De un lado, si bien era innegable que el objeto del Congreso eran las cuestiones financieras, no lo era menos que se abordaban desde una perspectiva estrictamente académica, sin ningún tipo de visos transaccionales. De otro, la mención al que hasta ahora ha sido el banco más longevo de la historia, que justamente estaba ubicado en un templo, el de Artemisa en Éfeso.

Por lo demás, una de las tesis que traté de defender en el Congreso, en la que encontró alguna oposición, fue la de realzar por encima de todo, dentro del enfoque de la educación financiera, la vertiente del conocimiento.

Esto no significa que se pretenda ignorar o menospreciar las otras fases habitualmente comprendidas en las definiciones y propósitos de la educación financiera, las de actitud, comportamiento y bienestar. La motivación es subrayar el rol fundamental del conocimiento como base de toda la pirámide, y, asimismo, propugnar una independencia de instrumentos. Las actitudes, los comportamientos y el bienestar requieren inexorablemente del conocimiento, pero esa dependencia no se da en sentido contrario.

Mientras más sólidos sean los cimientos, más factible será ascender en la escala de componentes. Es el conocimiento lo que se merece consagrarle un templo de devoción y de dedicación exclusiva. En otras salas se pueden abordar, por quienes libremente quieran proseguir el itinerario, otros componentes del edificio de la cultura financiera.

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