2 de noviembre de 2019

Al rescate de Nono Valdivieso, asediado por los gráficos: la clave está en el 9


Hacía tiempo que no tenía ninguna noticia de él. En verdad lo echaba de menos. Desde que, decepcionado por el rumbo que había tomado el mercado editorial, había empeñado su creativa e incisiva pluma en el vetusto monte de piedad, al menos eso me dijeron, el panorama literario no era el mismo sin él. Sin sus afilados dardos, el magister magistrorum había podido permanecer, en su acostumbrada postura beatífica, en su cetro incontestado, cual esfinge pétrea, disfrutando de su venerado imperio, que día tras día expande sus fronteras. La semana pasada, camino de El Ejido, en plena calle Carretería, me crucé con él, acompañado de algunos miembros de su cortejo habitual. Traté de saludarle cordialmente, pero no me respondió. No sé si porque no había empleado el obligado vocativo.

Ahora reaparecía de forma inesperada, a través de un intrigante correo electrónico, con el que adjuntaba un extraño gráfico. Inmediatamente me di cuenta de que aún no había superado completamente su graficofobia, que, durante años, le había martirizado. Algo que me resultaba totalmente inexplicable teniendo en cuenta sus grandes cualidades para el diseño geométrico y la visión arquitectónica. Tal vez la asociación de los gráficos con los contenidos económicos, o quizás alguna experiencia vivida en su  etapa escolar, habían generado en él esa suerte de relación traumática con las representaciones gráficas de datos numéricos.

Tras una serie de reflexiones, llegué a la conclusión de que el gráfico en cuestión podría ser objeto de la siguiente interpretación. Supongamos que dos personas (A y B) han nacido el mismo día, pero con una diferencia de 9 años. Así, cuando B cumple 10 años, A cumple 19; cuando B cumple 31, B cumple 40; cuando B llega a los 48, B tiene 57... Sucesivamente, la suma de los dígitos de la edad de cada uno coincide con la del otro (10, 4, 12, respectivamente, en los casos señalados). Sin embargo, la regla se quiebra cuando A llega a las edades representativas del final de las décadas, a partir de la segunda (20, 30, 40...). En estos supuestos, las diferencias entre las sumas de los dígitos, en un sentido u otro, ascienden a +/- 9.

Con gran ilusión, he trasladado esta posible explicación a Nono Valdivieso, pero aún no he obtenido ninguna respuesta suya.

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