1 de septiembre de 2019

El viraje lingüístico de los textos anglosajones de Economía: ¿economía o deseconomía?

Hace diez años, en agosto de 2009, publiqué en el diario “La Opinión de Málaga” un artículo con el título “El fin de la economía del lenguaje”. Desde luego, no se necesitaban muchas dotes de oráculo (¿se podría decir “orácula”?, ¿debería utilizarse también “economisto”?) para pronosticar esa tendencia. Allí mismo reflexionaba, con un ejemplo ilustrativo, sobre cómo debería reescribirse “El Quijote” para que pudiera ajustarse a los nuevos cánones.

También hacía alusión a la práctica tradicionalmente seguida en los manuales anglosajones de Economía, particularmente del otro lado del Atlántico. En aquéllos, tras hacer alusión a alguna persona innominadamente solía aparecer luego la referencia “he or she”, o, si procedía, “his or her”. Se incurría así en una cierta pérdida de economía, bastante tolerable a efectos cuantitativos. Otra práctica, que personalmente he seguido en distintos textos, sobre todo de ejercicios, era identificar previamente a la persona por su nombre o por sus iniciales, despejando así, en adelante, cualquier duda sobre su sexo y evitando todo coste en términos de economía lingüística.

A título de ejemplo, en un manual tan significado y relevante como “Public finance in theory and practice”, de Richard A. Musgrave y Peggy B. Musgrave, en su cuarta edición, del año 1984, encontramos la siguiente frase (pág. 483): “Society may wish to limit a person’s right to dispose of his or her property at death”.

Por lo que concierne a ese tipo de textos, un tanto curiosamente, se ha buscado una fórmula, a lo que se ve bastante ingeniosa, para acabar con esa dualidad expresiva, avanzando de esa manera hacia una mayor eficiencia gramatical. Así, algunos autores (y algunas autoras) optan, como últimamente en la revista “The Economist”, por la alternancia: una veces la persona es “he” y otras, “she”.

Otros (y otras) han adoptado una postura más radical y determinante, en el sentido de que prevalece inequívocamente el “she”. Esa tendencia llega en algunas obras al paroxismo, como ocurre en “Radical markets. Uprooting capitalism and democracy for a just society”, de Eric A. Posner y E. Glen Weyl (2018). A título de ejemplo de lo que puede encontrarse el lector (y la lectora) del libro en su versión original: “The scheme works best when the shares owned by each partner exactly equal the chance she is the best eventual owner for the company” (pág. 53). La solución que adoptan es verdaderamente radical, por eso llama la atención -sin que encontremos indicio alguna ante el enigma- que únicamente en un párrafo se quiebre la regla aplicada: “… between votes for a favored candidate and votes against his o her opponents” (pág. 119). 

No, no se percibe, prima facie, ninguna pista de esa desviación. ¿Podría ser, tal vez, algún señuelo para buscar la socorrida explicación: “es simplemente la excepción que confirma la regla”? Sin embargo, esta excepción, como cualquier otra, no viene a confirmar sino a desafiar la regla, por lo que quedamos sumidos en la duda.

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