El EBITDA se ha convertido en uno
de los indicadores dominantes en el análisis económico-financiero de las
empresas. En la Guía Financiera de
Edufinet y en los contenidos del portal de Internet de este proyecto de
educación financiera (www.edufinet.com) se recoge una definición de dicho
indicador, así como una justificación de su significado. En esencia, su
pretensión básica es ofrecer una cifra del beneficio obtenido en un ejercicio,
haciendo abstracción de determinadas partidas que provienen de decisiones
adoptadas en el pasado, o bien dependen de factores exógenos a la gestión
empresarial, como puede ser la carga impositiva sobre los resultados o el nivel
de los tipos de interés, o de otros endógenos, para los que los gestores de la
empresa disponen de una cierta capacidad de modulación en el tiempo.
Así, en su definición estándar,
el EBITDA (acrónimo de “Earnings Before Interests, Taxes, Depreciations and
Amortizations”) es igual a la cifra del beneficio antes de descontar los
intereses de préstamos, los impuestos directos sobre el beneficio, así como las
cantidades destinadas a cubrir la depreciación de los activos materiales e
inmateriales.
Pese a la relevancia adquirida y
a su extendida utilización, lo cierto es que, según otra acepción utilizada en
la práctica, además de las anteriores partidas, tampoco se detrae la cifra de
provisiones. Desde nuestro punto de vista, el criterio expresado en primer
lugar es el más adecuado. Así, las provisiones por deterioro de los activos
(por motivos distintos a los de su depreciación ordinaria) corresponden a una
situación distinta de las que se pretende excluir con el cálculo del EBITDA, es
decir, una cifra de beneficio aislada de determinados componentes
potencialmente distorsionadores de la trayectoria de los resultados y, sobre
todo, de cara a efectuar comparaciones homogéneas con otras empresas. Teniendo
en cuenta que la contabilización de provisiones debe responder a la existencia
de riesgos constatados, con la consiguiente posible reducción del valor de los
activos por razones distintas a las antes apuntadas, su importe debe detraerse
a la hora de vislumbrar el beneficio obtenido, ya sea el final o el intermedio
proporcionado por el concepto de EBITDA.
Por último, a efectos de la
consideración de la definición de EBITDA, no puede pasar desapercibida una
relevante cuestión de carácter semántico. Tal y como se recoge en el “Diccionario
de Economía y Finanzas (Inglés-Español)” de Gonzalo Gómez Hoyo
(Aranzadi-Thomson Reuters, 2009), tanto el concepto de “depreciation” como el
de “amortization” corresponden a “amortizaciones”, en el primer caso a activos
materiales, y en el segundo, a activos intangibles.
(Artículo publicado en “EdufiBlog”)