En la magistral conferencia pronunciada en el Congreso de Educación Financiera de Edufinet “Realidades y Retos”, celebrado en Málaga los días 22 y 23 de noviembre de 2018, el profesor Miguel González, al enfatizar el oscuro lenguaje empleado -con excesiva asiduidad- por los economistas, evocaba una célebre sentencia de Nietzsche: “enturbian todas sus aguas para simular que son profundas”. El mensaje, ya expuesto en el artículo de él mismo publicado en el número 1 de la revista eXtoikos (2011), dedicado a la crisis económica (www.extoikos.es), sigue siendo, desafortunadamente, oportuno, y también meritorio por provenir de dentro de la profesión: “el lenguaje económico es pobre y las más de las veces ininteligible”.
La frase transcrita, que forma parte de la obra “Así habló Zaratustra”, estaba dedicada por el filósofo germano a los poetas (“Para mí no son lo bastante limpios”, proclamaba Zaratustra), pero viene como anillo al dedo a la situación expuesta por el profesor González.
No es mi intención aquí abrir una reflexión filosófica sobre el sentido de la comunicación escrita, que, prima facie, debería recomendar aplicar el test, en primera instancia, a los filósofos. Personalmente, no sabría decir qué pensadores o filósofos, si los celestiales o los terrenales, son más ininteligibles. El propósito es simplemente poner sobre el tapete una nueva joya terminológica actualmente de moda en los mercados financieros, los denominados “leveraged loans” (“préstamos apalancados”).
Como acertadamente recogía recientemente el semanario The Economist (3-11-2018), “los inventores de la terminología financiera tienen poco amor por el lenguaje. Los ‘leveraged loans’ son a primera vista una tautología”.
Los “préstamos apalancados” son, como su propio nombre indica (lo cual no es precisamente una regla muy fiable), préstamos, con la particularidad de que se conceden a empresas altamente endeudadas. Las proporciones del saldo de deuda respecto al EBITDA y al cash-flow de la empresa son indicadores usuales para calibrar la situación (www.edufinet.com). Más sentido tendría probablemente, si nos acogemos a la literalidad de la expresión, pensar en operaciones de préstamos efectuados con fondos procedentes de otros préstamos.
Como si el paso del tiempo contribuyera también a enturbiar las aguas del recuerdo, esos préstamos de riesgo elevado están registrando una expansión considerable. Pero dejemos el análisis económico-financiero para mejor ocasión; baste aquí con recrearnos en la exquisitez y el refinamiento de los “préstamos endeudados”, que llegan a niveles casi equiparables a los del “confit de canard de pato”.