12 de agosto de 2017

El sorprendente caso económico Neymar

Estrategia: lo primero, desactivar al antihéroe; lo segundo, reclutarlo como sea, reconvirtiéndolo, de su condición de exponente de una pesadilla imborrable, en la punta de lanza de una nueva aventura, aunque su mera presencia reavive los recuerdos de aquella noche aciaga del 8 de marzo de 2017 en el Camp Nou. Neymar da Silva Santos Jr. fue el autor de dos de los seis goles del equipo catalán que impidieron el acceso del París Saint-Germain (PSG) a la fase de cuartos de final de la UEFA Champions League. Apenas importa que hubiese otros protagonistas en el terreno de juego.

Neymar Jr. llegó al FC Barcelona (FCB) en 2013, después de que este club abonase al Santos FC brasileño un importe, según informaciones periodísticas, de unos 90 millones de euros. Para alejar posibles tentaciones de que otros potentes clubes tentaran a la estrella brasileña se introdujo en su contrato una cláusula de rescisión un tanto disuasoria, nada menos que de 222 millones de euros. Ante semejante guarismo, no es de extrañar que los directivos del FCB proclamasen reiteradamente su seguridad en la continuidad del jugador en sus filas.

No se sabe qué era más difícil, en términos probabilísticos, que alguien desembolsara dicha suma o que el FC Barcelona levantara un resultado adverso de 0-4, a la postre agravado por otro gol adicional. Sin embargo, el fútbol no deja de sorprender con episodios inverosímiles, dentro y fuera de los estadios. El parque de “cisnes negros” no cesa de ampliarse cada temporada y, en el inicio de la actual, nos hemos topado con uno de tamaño descomunal, cuando el PSG ha afrontado el mencionado peaje económico para hacerse con los servicios del internacional brasileño. Los análisis se han desatado, no solo en los diarios deportivos. La singularidad del caso económico lo merece, aun cuando no sea fácil hacerlo con total precisión al tratarse de una operación ciertamente compleja y desconocerse todos sus detalles.

La transacción puede ser objeto de atención al menos en los siguientes planos: i) ¿Resulta viable dentro de las normas de la UEFA?; ii) ¿Quién puede estar dispuesto a pagar una suma de ese tenor?; iii) ¿Existe una posible justificación económica?

En el año 2010 la UEFA implantó las reglas del juego limpio financiero, que establecen unos límites sobre las cantidades que, por encima de sus ingresos, pueden gastar los clubes, y que pueden llegar a 30 millones de euros. Según la tesis dominante, incluida la mantenida por la Liga española, el acuerdo planteado por el PSG iría en contra de tales reglas. Algunos analistas consideran que, si la UEFA autoriza la operación, no se vendría sino a certificar la inoperancia de las referidas normas. No obstante, desde la UEFA se ha apuntado que el PSG tendría varios años para generar los ingresos necesarios para financiar la adquisición de los derechos de Neymar, ya que, entre otras cosas, podría vender los de otros jugadores por unas cantidades significativas.

¿Quién, en una transacción empresarial ordinaria, podría estar dispuesto a pagar 222 millones de euros por hacerse con los servicios de un deportista? Algunos especialistas deportivos advierten de que es absurdo plantear esta pregunta. Así, Simon Kuper, columnista del Financial Times, insinúa que ese dinero se gasta por el mero hecho de gastar: “La compra de Neymar es como la de una persona rica que adquiere un Picasso, para disfrutarlo y mostrarlo a sus amigos”. No se puede ignorar, en este contexto, que el PSG es propiedad de Qatar Sports Investments, un grupo respaldado por el Estado catarí. Para plantearnos la racionalidad del gasto en cuestión podríamos considerar cuántos inversores de a pie acudirían a una ampliación de capital para recabar fondos con ese propósito.

Con todo, la cláusula de rescisión es solo un elemento de los aspectos a tener en cuenta para llevar a cabo una evaluación económica de la operación. Para cuantificar los gastos hemos de tener en cuenta que el PSG contrata al jugador por 5 años, con lo que los 222 millones de euros pueden prorratearse a razón de algo más de 44 millones anuales; a esto hay que sumar el importe del salario anual, fijado en 30 millones de euros netos de impuestos, lo que, añadiendo las cargas fiscales y las cotizaciones sociales, nos sitúa en unos 45 millones de euros, cifra muy atenuada gracias al benigno y privilegiado régimen de impatriados aplicable en Francia a los deportistas; no acaban ahí las adiciones, ya que hay que sumar otras partidas tales como la comisión percibida por el agente o la prima por fichaje. El montante agregado dependerá de cómo se articulen los conceptos retributivos en salarios o en derechos de imagen, pero el coste total anual para el club puede colocarse en un entorno cercano a los 100 millones de euros anuales, durante 5 años. El monto sería bastante superior si la cláusula de rescisión, en lugar de por el PSG, se entendiera que ha sido abonada directamente por el jugador.

Naturalmente, no todo tiene signo negativo, ya que hay también fuentes de ingreso reales o potenciales vinculadas al fichaje estelar: explotación de los derechos de imagen, ventas de camisetas, incremento de los abonos, acuerdos de patrocinio, celebración de eventos, etcétera. Y, por supuesto, no hay que desdeñar la posible recuperación de parte de los derechos de traspaso al término de los cinco años de contrato, de un activo indefectiblemente depreciable con el paso del tiempo, o por hipotéticos mayores logros deportivos.

Aunque haya quien pueda estar inclinado a pensar que esto es el cuento de la lechera, Stefan Szymanski, autor de conocidas obras de economía del deporte, sostiene que no es imposible imaginar que el pago de la cláusula comentada pueda llegar a compensar. Sin embargo, no puede ignorarse que el PSG ha invertido en un producto un tanto singular: solo sirve dentro de un equipo, está sujeto a riesgos importantes, entre ellos el de lesión física o el de minoración de su rendimiento. Por otro lado, los ingresos adicionales son posibles, pero inciertos; lo único cierto es que, con independencia de la aportación efectiva del jugador, los costes previstos en el contrato son fijos. También lo es ya el éxito económico de la operación, no deseada, para el FCB. El reto, deportivo y económico, lo tiene ahora el equipo francés. ¿Le arrendaría usted la ganancia?

(Artículo publicado en el diario "Sur" el 13 de agosto de 2017)

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