Imogen West Knights, escritora y
periodista afincada en Londres, y dotada de un nombre bastante original (por no
mencionar los apellidos), se pregunta si fue Shakespeare quien inventó su
nombre, y esboza algunos misterios que envuelven su origen y evolución[1].
Al hilo de sus especulaciones, plantea por qué la gente se decide a dar a sus
hijos o hijas el nombre de algunos personajes de Shakespeare, y no el de otros.
Así, se pregunta por qué La Tempestad no dio lugar a una generación de Prósperos,
mientras que hay miles de Mirandas.
Igualmente, llama la atención
sobre el hecho de que el escritor inglés no otorgó un nombre a algunos
personajes, que quedaron inmortalizados según su profesión (el Portero en
Macbeth) o algún atributo personal (el Loco en El Rey Lear).
Y, con una pregunta sin respuesta, da pie a que quienes así se llaman
encuentren también su nombre en una de sus tragedias: “What’s with all the
Antonios?”.
Hallar raíces shakespearianas en
el nombre propio no deja de ser todo un signo de distinción, aunque no se tenga
la vitola de la cuasi-exclusividad de Imogen o Innogen. Al fin y al cabo, como
dice la interesada, “There’s no way ok knowing for sure whether Shakespeare intentionally
changed Innogen to Imogen. Either my name is the result of Shakespeare’s
imagination, or of a printer with tire eyes misreading his scrawl. Both are nice
possibilities”. Quizás un día AMD se decida a rastrear el posible origen de su
nombre en los textos originales del maestro de Stratford-upon-Avon.