“Las
décadas de la mayor gloria política, económica y artística de España -las tres
cosas a menudo iban juntas- proporcionaron el impulso inicial para la formación
del mundo moderno”.
La
proposición contenida en el párrafo anterior, bajo la hipótesis de que pudiera
sustentarse de forma fundamentada, aportaría un aval de primer orden, una
especie de aval a primer requerimiento, contra la extendida leyenda negra
española.
Y,
cuando comprobamos que tan significadas palabras provienen de una figura de la
talla de J. M. Keynes, no podemos sino sentirnos impactados. Fueron expresadas
por el gran economista británico en el curso de la misma conferencia, impartida
en Madrid, en junio del año 1930, donde, sin embargo, no pronunció su mítica frase: “A largo
plazo, todos muertos”. Sentencia emblemática donde las haya, que, en la práctica,
basta para habilitar a cualquiera como economista keynesiano. Su significado parece
algo más claro que los entresijos de la venerada Teoría General.
A
la vista del éxito cosechado por los adagios keynesianos dentro de la cultura y
el imaginario populares, cabría formular la hipótesis de si la leyenda negra
hispana habría quedado debilitada o incluso desactivada, de haberse difundido
ese pensamiento en el texto final de “Las posibilidades económicas nuestros
nietos”.
Mientras
que el párrafo está recogido en la transcripción mecanográfica de la
intervención de Keynes (facilitada por el FMI), y a pesar de que, a diferencia de otros, no estaba tachado
en el borrador, un tanto misteriosamente, quedó fuera de la versión definitiva.
La referencia a España queda circunscrita a dos importantes eventos económicos,
“las remesas de oro y plata desde el Nuevo Mundo al Viejo Continente traídas
por España”, y “el tesoro que Drake robó a España en 1580”. Ambos, según queda
constancia en el texto, tuvieron una gran trascendencia.