9 de junio de 2024

Ingeniería social en clave davosiana

 

Puede resultar extraño que un ingeniero mecánico se distinga por su influencia en el campo de la ingeniería social, pero el caso de Klaus Schwab deja bien claro que esa posibilidad no es una mera entelequia. Así lo ha venido demostrando desde que, en el año 1971, en “la montaña mágica” de Davos, fundó el Foro Económico Mundial. Según se indica en la descripción de su misión en su página web oficial, “In a world marked by complex challenges, the World Economic Forum engages political, business, academic, civil society and other leaders of society to shape global, regional and industry agendas (subrayado añadido). Established in 1971 as a not-for-profit foundation, it is independent, impartial and not tied to any special interests, upholding the highest standards of governance and moral and intellectual integrity”.

Como señala S. Jones (Financial Times, 22-5-2024), “Schwab ayudó a transformar el WEF desde sus modestos inicios como el European Management Symposium -una conferencia para que los empresarios europeos intercambiaran ideas respaldadas por la Comisión Europea- en una conferencia a la que acuden los más altos ejecutivos, banqueros y políticos”. Las compañías pagan unos derechos anuales de 658.000 dólares para formar parte del Foro. Allí mismo se informa de que Schwab ha sido objeto de críticas por su salario, de más de 900.000 dólares, y por tejer una fina línea entre la actividad del Foro como entidad no lucrativa y los negocios privados ligados a su fundador y sus familiares.

A los 86 años, deja paso en su puesto a Børge Brende, presidente del consejo ejecutivo del WEF y exprimer ministro de asuntos exteriores de Noruega.



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