“Si el capital juega un papel
esencial en cualquier sociedad mercantil, aquél adquiere una importancia
trascendental de cara a la estabilidad de una entidad bancaria. Al llevar a
cabo una labor de intermediación financiera, cualquier indicio de posible
incumplimiento de la restitución de los fondos captados tiende a activar un
proceso de insostenibilidad que puede alcanzar consecuencias sistémicas. Por
otro lado, dada la naturaleza de una entidad bancaria, el cumplimiento de los
requisitos de solvencia es una condición necesaria pero no suficiente para su
estabilidad, que debe asentarse, además, en el control de la liquidez y de
otros riesgos financieros y no financieros”. Era ésta una de las conclusiones
de un trabajo publicado en 2018[1].
Los acontecimientos de los
últimos años en el sector bancario internacional han dejado claro que,
efectivamente, disponer de unos adecuados niveles de solvencia, según la
normativa aplicable, no es una condición suficiente para la estabilidad de una
entidad bancaria. Como destacaba no hace mucho Simon Samuels[2],
entidades como Silicon Valley Bank, Credit Suisse, Citigroup y Royal Bank of
Scotland, además de haber entrado en una fase crítica que llevó a que tuvieran
que ser rescatadas por sus competidores o por sus gobiernos, compartían un rasgo
común: disponían de fuertes ratios de capital en el momento de la crisis, bastante
por encima de lo que sus reguladores demandaban.
Tradicionalmente, ha existido una
considerable controversia acerca del nivel adecuado del capital de los bancos.
Según Samuels, ese debate ignora el aspecto clave de la regulación bancaria, que,
en su opinión, no es hacer que los bancos tengan capital suficiente de manera
que no puedan quebrar, sino “crear un sistema bancario que tenga el nivel
apropiado de riesgo”. A este respecto, señala que “el capital es sólo un factor
en la valoración del riesgo, y podría decirse que relativamente pequeño… la
única cosa que su nivel de capital [de las entidades mencionadas] determinó fue
la velocidad a la que se colapsaron”.
Así, ante un pobre historial de
los niveles de capital como pronosticadores del fracaso bancario, plantea
recurrir a medidas más innovadoras, como la ratio de capital “basada en el mercado”
propuesta por Andy Haldane. En dicha ratio, el capital computable no sería el
derivado de las cifras contables, sino del valor de mercado del banco[3].
Aparte de defender premiar la “diversidad”
(componente femenino) en los comités de riesgo[4],
concluye que la ratio de capital regulatoria “tiene un papel que jugar, pero aquellos
comentaristas que proclaman que un capital cada vez mayor es una panacea están
equivocados, mientras que los bancos que arguyen que están ya bastante seguros
con su nivel actual de capital son necios”.
[1]
“Los requerimientos óptimos de capital de los bancos: las cuestiones
principales”, Serie Documentos de Trabajo, 10/2018, IAES, Universidad de Alcalá.
[2] Vid. “Capital levels are a poor
predictor of bank failure”, Financial Times, 29-4-2024.
[3] https://edufiacademics.edufinet.com/wp-content/uploads/sites/3/2023/11/EyN_04_2023.pdf.
[4]
Se hace eco de la opinión de un diputado británico laborista según el cual “Lehman
Brothers” no hubiera caído si hubiera sido “Lehman Sisters”.