La versión española lleva por título “Desgarradura”, acepción
quizás menos descarnada que el original (“Écartèlement”: “Descuartizamiento”),
pero en esta obra el desgarramiento estructural de Cioran llega a cotas
extremas.
“Examínese con cuidado cualquier acontecimiento: en el
mejor de los casos, los elementos positivos y negativos que intervienen en él
se equilibran; por lo general, los negativos predominan. Lo que viene a
significar que hubiera sido preferible que no hubiese ocurrido”. Sirva esta declaración
como simple botón de muestra.
Sin embargo, de manera absolutamente sorprendente, tal vez
en un descuido intelectual, el filósofo de origen rumano parece refrendar la
inclinación permanente de Sócrates por el aprendizaje: “Mientras preparaban la
cicuta, Sócrates estaba aprendiendo una melodía de flauta. ‘Para que te
servirá?’, le preguntan. ‘Para saber esta melodía antes de morir’. Si me atrevo
a recordar una respuesta trivializada por los manuales, es porque me parece la única
justificación seria de cualquier voluntad de conocer, ya se ejerza esta en el
mismo umbral de la muerte o en cualquier otro momento”.