23 de marzo de 2024

Los impuestos tienen consecuencias

 

Un hombre rico acude a un prestigioso médico privado, el cual le pide 50.000 libras para practicarle una intervención quirúrgica. Horrorizado ante semejante suma, le plantea al médico que cómo es posible que cobre tanto. El facultativo le responde que, al estar sometido a un tipo de gravamen (marginal) del 98% en el IRPF, de esas 50.000 libras sólo le quedaría una cifra neta de 1.000. A renglón seguido, el paciente le pregunta al médico si sabe cuánto tendría que ganar él para poder disponer de 50.000 libras. Al estar sujeto al mismo tipo de gravamen, necesitaría obtener 2,5 millones de libras, lo que le dejaría el neto necesario de 50.000. Ambos, al darse cuenta del absurdo, acuerdan como compensación una caja de whisky escocés premium, y así todas las cuentas quedarían saldadas.

Es el anterior un chiste recogido en el libro “Los impuestos tienen consecuencias”, de Arthur Laffer, Brian Domitrovic y Jeanne C. Sinquefield (LDS) (Deusto, 2024). Ciertamente, un chiste que parece disparatado, pero refleja una situación real en la historia fiscal británica, y, en el fondo, ilustra a la perfección el efecto que introduce la aplicación de un impuesto en un mercado, ya sea de bienes o de factores. Mientras que, cuando no se aplica ningún impuesto, los oferentes y los demandantes afrontan un precio único, cuando hay un impuesto, se generan precios distintos para los primeros (1.000 libras para el médico, en el chiste) y para los segundos (2,5 millones de libras para el paciente).

Con independencia de la necesidad de utilizar impuestos, una cosa está clara, la que se recoge en el título mencionado: los impuestos tienen consecuencias. Dado que, en la práctica, los impuestos neutrales sólo pueden aplicarse en casos muy limitados, los impuestos, ordinariamente, alteran las decisiones de los agentes económicos. Para los trabajadores, disminuyen el precio del ocio; para los ahorradores, el del consumo; para los productores, incrementan los costes de producción… Normalmente, una persona sujeta a un impuesto reacciona a fin de tratar de mantener su posición económica inicial. Una norma pública puede impedir, por ejemplo, que, formalmente, se incluya en el precio el importe de un impuesto sobre la producción, pero eso no evita que acabe habiendo algún ajuste en forma de menos inversión o empleo.

En el referido libro se lleva a cabo un recorrido pormenorizado por la historia fiscal de Estados Unidos. En él se sostiene la tesis de que, cuando los tipos del IRPF son muy elevados, las personas con rentas altas se dedican prioritariamente a buscar alternativas para reducir su carga fiscal, en lugar de centrarse en actividades productivas. Mueven sus inversiones a fin de aprovechar las ventajas y las lagunas fiscales existentes. Todo lo cual hace perder efectividad a los tipos de gravamen más altos. A este respecto, ofrecen datos que demuestran que, cuando aumentan los ingresos después de impuestos de los ricos, también lo hacen los ingresos declarados por éstos. Lo contrario ocurre cuando disminuyen los ingresos netos de impuestos.

Esto último tiene consecuencias negativas para el resto de la población: al aportar los más ricos menos recaudación, se hace preciso imponer mayores cargas fiscales sobre el resto de los contribuyentes. En cambio, cuando los tipos impositivos máximos han sido más bajos, los impuestos totales pagados por los no ricos cayeron sustancialmente como proporción del PIB, en tanto que la aportación fiscal de los ricos aumentó notoriamente.

En esta obra, el artífice de la famosa curva que lleva su apellido y sus coautores no sólo apabullan al lector con una amplia batería de datos y un despliegue de gráficos, sino que lanzan lo que, sin ninguna duda, pueden calificarse como auténticas “bombas académicas”. Así, pretenden desmontar lo que consideran como mitos muy consolidados en la opinión pública. Según el trío LDS, la causa última de la Gran Depresión fue realmente la subida de impuestos, mientras que la Segunda Guerra Mundial no fue lo que puso fin a dicha crisis, sino la rebaja de impuestos aprobada inmediatamente después de la contienda mundial. Y, para rematar la faena, arguyen que el recorte de impuestos originado por la reforma fiscal de Donald Trump “se financió por sí solo”.

Concluyen que la historia pone de manifiesto que la curva de Laffer (la recaudación responde al aumento de los tipos de gravamen en forma de “U” invertida) funciona, y que el tipo óptimo del IRPF está más cerca del 20% que del 70%. En la edición española de la obra se ha incorporado este subtítulo: “El análisis definitivo acerca del efecto del impuesto sobre la renta en la economía”. Se trata de un calificativo pretencioso, lo que no quita para reconocer que las tesis del libro se sustentan en argumentos contrastables y en datos verificables. El subtítulo podrá ser rebatido, pero difícilmente podrá serlo el título.

(Artículo publicado en el diario “Sur”)



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