26 de febrero de 2024

Acerca de las pruebas experimentales de educación financiera

 

Imaginemos que una compañía está en una fase de análisis a fin de comprobar la eficacia de un nuevo medicamento para combatir una enfermedad. Como suele ser habitual, se llevan a cabo pruebas con dos colectivos de personas adecuadamente seleccionadas. La composición de los grupos es similar, tanto la del grupo de tratamiento, al que se le suministra el medicamento, como la del de control, al que no se le suministra el fármaco. La compañía planea realizar las pruebas en un amplio número de ciudades de varios países.

Una vez realizadas las pruebas, y analizada la evolución de los integrantes de los colectivos participantes, se remiten los resultados al departamento de investigación de la compañía. Los informes contienen datos pormenorizados de los individuos, y de la evolución de su estado de salud. Sin embargo, por un descuido generalizado, no se sabe con certeza si a todos los integrantes de los grupos de tratamiento se ha suministrado el fármaco previsto u otro parecido, ni la dosis, y ni siquiera si los receptores han seguido las pautas prescritas en la medicación.

No parece que, en las anteriores condiciones, pudiesen extraerse conclusiones muy significativas y fiables sobre la adecuación del medicamento en fase de análisis.

Si, ahora, nos trasladamos a los estudios sobre la eficacia de los programas de educación financiera, ¿qué cabría interpretar como el fármaco suministrado? ¿Cómo de fiables podrían ser las conclusiones de los análisis estadísticos, por muy sofisticados que fueran, si, como en el ejemplo anterior, se ignorasen los aspectos básicos del tratamiento?



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