3 de enero de 2024

John Stuart Mill y la progresividad impositiva

 

John Stuart Mill postuló el principio del sacrificio igual para aplicar el criterio de la equidad vertical en el ámbito de la imposición. La equidad vertical es un componente imprescindible del concepto de igualdad: no sólo debe tratarse de igual forma a quienes estén en la misma situación (equidad horizontal), sino también tratar de forma diferenciada a quienes estén en situaciones diferentes (equidad vertical). Ahora bien, aun cuando puede intuirse la intención de Mill, el principio del sacrificio igual ha tenido diversas interpretaciones doctrinales, sin que, con carácter general, se desprenda de ellas una escala de gravamen inequívocamente progresiva, proporcional o regresiva[1].

No obstante, poco después de defender la igualdad en el sacrificio, en sus “Principios de Economía Política”, Mill recoge unas consideraciones bastante reveladoras de sus ideas impositivas: “Deseo tanto como el primero que se tomen medidas para que disminuyan esas desigualdades [de riqueza], pero no de manera que alivien al pródigo a expensas del prudente. Imponer sobre los grandes ingresos un porcentaje más elevado que sobre los pequeños es imponer una contribución a la actividad y a la economía; imponer un castigo a los que han trabajado y han ahorrado más que sus vecinos”.

Este planteamiento bastante clarificador es luego objeto de alguna matización: “El principio de la graduación… esto es, de gravar con un porcentaje tanto mayor cuanto mayor es la suma, si bien su aplicación a los impuestos en general sería, en mi opinión, censurable, me parece a la vez justo y conveniente aplicado a los derechos sobre las herencias y los legados”.





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