4 de enero de 2024

Davídovich, los perros y los principios estatales

 

Hace unos días, me crucé en la calle con Avelino, conocido del escritor y filósofo Lucio Ségel, quien me lo presentó tiempo atrás. Según parece, había visto alguna referencia mía sobre la novela “Personas decentes”, de Leonardo Padura, que, después de leerla, valoraba muy positivamente. No obstante, me manifestó su preferencia por “El hombre que amaba a los perros”, en la que se rastrea la trayectoria de Liev Davídovich Bronstein, más conocido como León Trotski. Tras ponderar los atributos de la obra, sin solución de continuidad, pasó a otra esfera para afirmar que, en su opinión, el político comunista había sido tratado muy favorablemente por los historiadores en comparación con quien dictó la fatídica orden a otro de los personajes que aparece en la novela de Padura.

Al día siguiente, me remitió un correo electrónico en el que transcribía la descripción que el impulsor de la revolución permanente hacía sobre el tránsito entre principios, de lo viejo a lo nuevo, en un país en el que el estado fuese el único empleador: de “quien no trabaja, no come” a “quien no obedezca, no come”. Aparte de resaltar el interés intrínseco de las máximas, el remitente me recomendaba buscar el contexto en “La revolución traicionada”.



Entradas más vistas del Blog