No
hace mucho se hicieron públicos los resultados de las pruebas de 2022 del
Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas
en inglés), puesto en marcha por la OCDE en el año 2000. Suele concederse una
gran importancia a dichos resultados, ya que permiten comparar la preparación
de los estudiantes con una edad de 15 años en un contexto internacional, y
apreciar su evolución a lo largo de las sucesivas rondas. El panorama ofrecido
es especialmente significativo y clarificador, teniendo en cuenta el enfoque
utilizado por la OCDE en el diseño de las pruebas.
No
se valora principalmente la habilidad de reproducir mecánicamente contenidos
aprendidos, sino, fundamentalmente, la capacidad de aplicar el conocimiento de
manera creativa a escenarios novedosos, el pensamiento crítico basado en la
utilización de distintos esquemas conceptuales, y la destreza para resolver
problemas planteados en situaciones específicas. Como señala Andreas
Schleicher, máximo responsable de la OCDE en el área educativa, poniendo el
énfasis en este tipo de competencias, PISA pretende “equipar a los estudiantes
con la capacidad de navegar en un mundo en constante evolución”.
Lectura,
matemáticas y ciencia conforman el núcleo de las materias de PISA. A éstas se
han añadido, más recientemente, las competencias financieras, cuyos últimos
resultados aún no se conocen. La difusión de los datos de la octava edición ha
causado un notable impacto a escala internacional. No en vano, lo que ocurre
hoy en los centros escolares no es un asunto menor: “Nuestras escuelas de hoy
son nuestras economías, sociedades y democracias del mañana”. Y, si nos
atenemos a lo que, con carácter general, reflejan tales datos, no puede decirse
que la situación sea demasiado confortable ni plenamente satisfactoria.
Ciertamente
no, cuando observamos que los estudiantes con edad de 15 años en 2022, respecto
a sus homólogos de hace una década, es menos probable que destaquen en
matemáticas, lectura y ciencia. La OCDE reconoce que las comparaciones
internacionales no son fáciles, pero subraya que los indicadores PISA revelan
una clara tendencia global: “el rendimiento promedio de los estudiantes
evoluciona en la dirección errónea”. Aproximadamente un 25% de los estudiantes
objeto del informe PISA tienen dificultades para desenvolverse en matemáticas,
lectura y ciencia. La situación es bastante peor en países no pertenecientes a
la OCDE.
En
contraposición, los estudiantes de Singapur muestran una gran capacidad para
trabajar con modelos matemáticos en situaciones complejas, comprender textos
abstractos, e interpretar y evaluar experimentos no simples. De hecho, los
estudiantes de Singapur disponen de un nivel educativo equivalente entre 3 y 5
años de escolarización por encima de sus pares con puntuación media en los
países de la OCDE, como es el caso de España. Otros países o territorios que
sobresalen en distintos campos son Macao (China), Taiwán, Hong Kong, Japón,
Corea, Estonia, Canadá e Irlanda.
De
manera interesante, se pone de manifiesto que, aunque existe cierta correlación
positiva entre el gasto y el rendimiento académico, hay países, como Corea y
Singapur, que han logrado un sistema educativo de primera clase incluso en
circunstancias económicas adversas. De otro lado, la gran caída en las
puntuaciones obtenidas en matemáticas y lectura apunta a la incidencia de algún
factor perturbador que haya afectado de manera generalizada. La pandemia de la
Covid-19 parece ser ese factor, pero no explica completamente la tendencia
negativa. En muchos países el declive comenzó antes de la irrupción de la
pandemia en 2020. Las diferencias socioeconómicas en el rendimiento se han
mantenido bastante estables en el tiempo. A su vez, los estudiantes inmigrantes
tienden a tener calificaciones más bajas que sus pares nativos del país de
residencia, pero las diferencias se atenúan cuando se comparan personas con
estatus socioeconómico e idiomático similares.
Resulta
llamativo el desfase observado entre las puntuaciones de chicos y chicas en
matemáticas, y, en sentido contrario, en lectura, desfases que, sin embargo, no
se dan tanto fuera de los países de la OCDE. Menos llamativo es el efecto
negativo que ejercen los aparatos digitales sobre el aprendizaje debido a una
pérdida de atención. Muchas otras son las enseñanzas que se desprenden del
análisis de los resultados de PISA, como la importancia de la ayuda familiar en
el terreno formativo. Pero hay una crucial señalada por la OCDE: la efectividad
de la educación nunca puede exceder de la calidad de la docencia y del apoyo
del profesorado.
(Artículo
publicado en el diario “Sur”)