25 de noviembre de 2023

Y esto, ¿quién lo paga?

 

Es esta pregunta, que en su día formuló Josep Pla, al quedar admirado de los rascacielos neoyorkinos iluminados, la elegida por Francisco de la Torre Díaz para dar título a su último libro. Escrito éste, como él mismo señala, en su condición de “economista e inspector de Hacienda, aunque haya dedicado unos años de [su] vida a la política”, lo que el lector pueda apreciar en la actividad parlamentaria de la que se da cuenta en diversos capítulos.

Hay que esperar a la nota final para constatar expresamente que el “principal propósito del libro es explicar cuestiones económicas que no son sencillas en un momento especialmente complejo, de una forma que puedan comprender los que no son expertos en economía”. A lo largo de una treintena larga de epígrafes, el autor traza un amplio panorama del curso de la economía española desde la crisis económica y financiera de la pasada década. El repertorio de temas, en el que los impuestos tienen un protagonismo especial, es extenso. En su exposición se combina una rigurosa argumentación, no se escatiman opiniones, y se aporta una considerable batería de datos.

Poner en entredicho las soluciones fáciles a los problemas complejos es el afán que se percibe en la obra. De la Torre Díaz arremete contra los populismos de todo signo, que tienden a la “proposición de soluciones mágicas que les dicen a los ciudadanos lo que quieren oír o lo que les hubiese gustado que fuese cierto”. Así, no escatima críticas tanto contra quienes exigen la aceleración de la transición ecológica sin tener en cuenta los costes económicos, como contra quienes abogan por obviar el cambio climático e ignorar los costes del deterioro medioambiental; contra quienes se abstraen de las tendencias del crecimiento de los gastos sociales, y se limitan a proponer subidas de impuestos, y también contra quienes proclaman simplemente recurrir a rebajas fiscales.

Frente a esas posturas, se muestra contrario a aplazar la factura de las decisiones económicas, trasladando mediante la deuda pública los costes al futuro, y propone afrontar los retos mediante los impuestos necesarios, articulados en un sistema fiscal racional. La inflación es uno de los males que afloran por recurrir a vías fáciles para abordar situaciones económicas delicadas. El crecimiento monetario desmedido y la expansión crediticia sin control son, en su opinión, parches inadecuados que acaban mostrando sus verdaderas consecuencias. La preservación de la estabilidad del valor del dinero es prioritaria: “si el dinero ya no representa bienes y servicios reales, entonces deja de cumplir su función y el deterioro económico es brutal”, con lo que “las políticas antiinflacionarias no son sólo necesarias, sino simplemente imprescindibles”.

A esas conclusiones no llega de manera improvisada, sino después de efectuar un detallado recorrido en torno a la crisis provocada por la gran burbuja crediticia e inmobiliaria, la contracción originada por la pandemia del coronavirus, y los planes de recuperación. El autor lleva a cabo un pormenorizado cómputo del coste del denominado “rescate financiero”, del que es necesario tomar conciencia, aunque, según afirma, “a buen seguro, era la mejor opción”. Los problemas de la tributación de las multinacionales, que llevan al conocido proceso BEPS (erosión de bases y traslado de beneficios) son también objeto de análisis, complementado con las soluciones arbitradas dentro del reciente acuerdo impulsado por la OCDE.

En el plano nacional, se hace un repaso de los grandes retos que afectan al gasto público (envejecimiento poblacional, transición energética, e impacto de las perturbaciones económicas asociadas a los conflictos internacionales), así como de los principales aspectos controvertidos en la aplicación de los impuestos sobre la renta, sobre sociedades, sobre el consumo, y sobre la riqueza. Particularmente interesante resulta la perspectiva que se ofrece sobre el sistema de financiación autonómica, y sobre la contraposición entre el sistema general y el que rige para las comunidades forales, del que se derivan ventajas comparativas para estas últimas.

Nos encontramos, en definitiva, con un volumen de más de 350 páginas que constituye una especie de manual ilustrativo para el conocimiento de los problemas económicos, financieros y fiscales de la España actual, y de los costes en los que es preciso incurrir si se descartan soluciones de corte populista. Aunque, tal vez, ésta pueda ser, a veces, una expresión un tanta laxa. ¿Quién puede establecer el perfil y los límites de las políticas económicas más apropiadas? Lo que está claro es que toda receta económica conlleva unos requerimientos que alguien tiene que pagar. Hay programas públicos que han de ser gratuitos para los destinatarios, pero todos tienen un coste que aflora tarde o temprano.

(Artículo publicado en el diario “Sur”)



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