Es esta pregunta, que en su día formuló
Josep Pla, al quedar admirado de los rascacielos neoyorkinos iluminados, la
elegida por Francisco de la Torre Díaz para dar título a su último libro.
Escrito éste, como él mismo señala, en su condición de “economista e inspector
de Hacienda, aunque haya dedicado unos años de [su] vida a la política”, lo que
el lector pueda apreciar en la actividad parlamentaria de la que se da cuenta
en diversos capítulos.
Hay que esperar a la nota final para constatar
expresamente que el “principal propósito del libro es explicar cuestiones
económicas que no son sencillas en un momento especialmente complejo, de una
forma que puedan comprender los que no son expertos en economía”. A lo largo de
una treintena larga de epígrafes, el autor traza un amplio panorama del curso
de la economía española desde la crisis económica y financiera de la pasada
década. El repertorio de temas, en el que los impuestos tienen un protagonismo
especial, es extenso. En su exposición se combina una rigurosa argumentación,
no se escatiman opiniones, y se aporta una considerable batería de datos.
Poner en entredicho las soluciones fáciles
a los problemas complejos es el afán que se percibe en la obra. De la Torre
Díaz arremete contra los populismos de todo signo, que tienden a la
“proposición de soluciones mágicas que les dicen a los ciudadanos lo que
quieren oír o lo que les hubiese gustado que fuese cierto”. Así, no escatima
críticas tanto contra quienes exigen la aceleración de la transición ecológica
sin tener en cuenta los costes económicos, como contra quienes abogan por
obviar el cambio climático e ignorar los costes del deterioro medioambiental;
contra quienes se abstraen de las tendencias del crecimiento de los gastos
sociales, y se limitan a proponer subidas de impuestos, y también contra
quienes proclaman simplemente recurrir a rebajas fiscales.
Frente a esas posturas, se muestra
contrario a aplazar la factura de las decisiones económicas, trasladando
mediante la deuda pública los costes al futuro, y propone afrontar los retos
mediante los impuestos necesarios, articulados en un sistema fiscal racional.
La inflación es uno de los males que afloran por recurrir a vías fáciles para
abordar situaciones económicas delicadas. El crecimiento monetario desmedido y
la expansión crediticia sin control son, en su opinión, parches inadecuados que
acaban mostrando sus verdaderas consecuencias. La preservación de la
estabilidad del valor del dinero es prioritaria: “si el dinero ya no representa
bienes y servicios reales, entonces deja de cumplir su función y el deterioro
económico es brutal”, con lo que “las políticas antiinflacionarias no son sólo
necesarias, sino simplemente imprescindibles”.
A esas conclusiones no llega de manera
improvisada, sino después de efectuar un detallado recorrido en torno a la
crisis provocada por la gran burbuja crediticia e inmobiliaria, la contracción
originada por la pandemia del coronavirus, y los planes de recuperación. El
autor lleva a cabo un pormenorizado cómputo del coste del denominado “rescate
financiero”, del que es necesario tomar conciencia, aunque, según afirma, “a buen
seguro, era la mejor opción”. Los problemas de la tributación de las
multinacionales, que llevan al conocido proceso BEPS (erosión de bases y
traslado de beneficios) son también objeto de análisis, complementado con las
soluciones arbitradas dentro del reciente acuerdo impulsado por la OCDE.
En el plano nacional, se hace un repaso de
los grandes retos que afectan al gasto público (envejecimiento poblacional,
transición energética, e impacto de las perturbaciones económicas asociadas a
los conflictos internacionales), así como de los principales aspectos
controvertidos en la aplicación de los impuestos sobre la renta, sobre
sociedades, sobre el consumo, y sobre la riqueza. Particularmente interesante
resulta la perspectiva que se ofrece sobre el sistema de financiación
autonómica, y sobre la contraposición entre el sistema general y el que rige
para las comunidades forales, del que se derivan ventajas comparativas para
estas últimas.
Nos encontramos, en definitiva, con un
volumen de más de 350 páginas que constituye una especie de manual ilustrativo
para el conocimiento de los problemas económicos, financieros y fiscales de la
España actual, y de los costes en los que es preciso incurrir si se descartan
soluciones de corte populista. Aunque, tal vez, ésta pueda ser, a veces, una
expresión un tanta laxa. ¿Quién puede establecer el perfil y los límites de las
políticas económicas más apropiadas? Lo que está claro es que toda receta
económica conlleva unos requerimientos que alguien tiene que pagar. Hay
programas públicos que han de ser gratuitos para los destinatarios, pero todos
tienen un coste que aflora tarde o temprano.
(Artículo publicado en el diario “Sur”)