El hecho de que, en una novela
de A. C. Doyle sobre su más famoso investigador, publicada por entregas a
comienzos del siglo veinte, se recoja una noticia de prensa sobre los efectos
de la política arancelaria no es sino un indicio de la importancia que el
debate económico tenía, en esa época, en la sociedad británica.
En uno de los capítulos de “El
sabueso de los Baskerville”, da Sherlock Holmes lectura a un extracto de un
artículo del Times: “Tal vez se imagina usted que su propio comercio o
su industria se verán incrementados si tienen un arancel protector; pero hay razón
para creer que, con dicha legislación, a la larga, la riqueza deberá alejarse
del país, se reducirá el valor de nuestras importaciones y bajará el nivel
general de vida de esta isla”.
Cuando el lector (interesado en
cuestiones económicas) se encuentra con este diagnóstico, y ve que el detective
le pregunta a Watson si “no cree usted que se trata de una opinión admirable”, no
puede evitar el entusiasmo de prepararse para percibir el dictamen de tan
extraordinario y metódico analista. Nada menos que poder conocer el punto de vista
de uno de los personajes más conocidos y prestigiado por sus dotes
intelectuales de la literatura universal.
Sin embargo, la decepción
llega pronto, cuando descubre que, en realidad, la única motivación de Holmes
es desentrañar las claves del misterio que les ocupa en ese momento. Y sólo
alguien como él es capaz de percibir que es de ese texto (de un diario impreso)
de donde provienen las palabras recortadas que componen el mensaje anónimo
recibido por Sir Henry Baskerville: “Si tienen valor para usted su vida o su razón,
deberá alejarse del páramo”.
Aunque, en verdad, tampoco es
para tanto. Para equipararse a Holmes, habría hecho falta -eso sí- leer ávidamente
el periódico, de cabo a rabo, y luego, simplemente, al leer el mensaje anónimo,
identificar que el contenido de éste coincidía con palabras del artículo sobre
los aranceles, salvo una, “páramo”: “Tal vez se imagina usted que su
propio comercio o su industria se verán incrementados si tienen
un arancel protector; pero hay razón para creer que, con dicha legislación,
a la larga, la riqueza deberá alejarse del país, se reducirá
el valor de nuestras importaciones y bajará el nivel general de vida
de esta isla”.
Pese a la “elementalidad” del
acertijo planteado, Baskerville mostró su admiración por la supuesta proeza del
inquilino de Baker Street, que no habría necesitado hoy día recurrir a los
dispositivos de control del plagio, ya obsoletos ante la llegada de la
inteligencia artificial.