5 de marzo de 2023

Dividendos del autoconsumo académico

 

Las tareas del docente artesanal -la mayoría de las ocasiones, ignoradas- acumulan, a lo largo de los años, cientos de documentos. Borradores, bocetos, ensayos y pruebas múltiples que se pierden en la papelera, o quedan aparcados en carpetas a la postre ilocalizables. El docente artesanal huye de las poses del “Profesor Zorro”; prefiere la soledad de su escritorio y el entorno recogido del aula, el contacto directo con sus alumnos. El docente en formación permanente a lo largo del ciclo completo de su vida se muestra ávido por conocer y asumir nuevos enfoques y propuestas didácticas. No hay ninguna clase estática, ningún contenido definitivo. Está abierto a incorporar aportaciones ajenas, pero también se afana por no descuidar su autoconsumo. El docente inconformista trata siempre de introducir su sello propio, de perseverar en su estilo personal. A veces, los viejos trabajos de preparación de su actividad aparecen entre el desorden y le dan alguna que otra sorpresa. Sirven para comprobar cómo han cambiado las cosas o también para recuperar enfoques y planteamientos que, pese a los años, siguen teniendo vigencia o conservan alguna utilidad. La mayoría de esos trabajos carecieron de ella para el mundo exterior, pero ahora se reivindican para el propio autor, que gozoso asiste al disfrute de revivir momentos dedicados a la búsqueda de claves para la elaboración y la difusión del conocimiento. En ocasiones, el autoconsumo de antaño le proporciona apreciables dividendos psicológicos, emocionales y estéticos, e incluso llegan a ser instructivos para su tarea didáctica, inacabable.



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