4 de noviembre de 2022

¿Piedad para los montes de piedad?

 

En España todavía subsisten algunos montes de piedad. Fueron en su día, hace unos dos siglos, una avanzadilla contra la exclusión financiera y también embriones de las cajas de ahorros, que nacieron para combatir la usura. Existe hoy día una mayoritaria corriente de opinión que desecha la histórica denominación de aquellas entidades por considerarla inadecuada para los tiempos modernos. La etiqueta de monte de piedad se entiende desfasada en una época en la que adquieren un creciente protagonismo las bigtechs, las fintechs, las criptomonedas, las DeFi, los non-fungible tokens y otras formas de oferta de servicios financieros. Estas rivalizan en número y sofisticación con las múltiples innovaciones en fraudes, estafas y engaños cibernéticos.

Ya desde mediados del siglo XX se extendió la denominación de establecimientos de crédito prendario, que venía a describir de forma aséptica el campo de actuación crediticia, pero a costa de la pérdida de la primigenia connotación emocional y simbólica. No puede decirse que esa expresión de matiz técnico lograra una gran aceptación en el lenguaje popular, en el que seguía persistiendo la más tradicional.

Más adelante, cuando llegó el delicado y doloroso momento de la reconversión de las cajas, a partir del ejercicio indirecto de la actividad financiera, algunas de las entidades optaron por situar el monte dentro del ámbito del banco de nueva creación, como una línea crediticia más, en tanto que otras decidieron mantenerlo dentro del recinto de la caja de ahorros, años más tarde transformada en fundación.

En el año 1472 nació en Italia un monte de piedad singular, que luego daría lugar al que, todavía, sigue siendo el banco más antiguo del mundo. Tan prodigiosa longevidad, de 550 años, no le ha servido de escudo suficiente para protegerse ante inclemencias financieras de distinto tipo en un siglo veintiuno marcado, en sus primeras décadas, por agudas crisis. Tras una serie de ajustes y operaciones, Monte dei Paschi di Siena (MPS) no se ha recompuesto totalmente aún en su andadura, de perfiles inciertos. Uno asiste atónito y apesadumbrado a la marcha penitente de ese buque insignia de las finanzas, que ahora acude a una nueva ampliación de capital con asistencia estatal. El nuevo ministro de finanzas de Italia, Giancarlo Giorgetti, ha señalado que es intención del gobierno desprenderse de su posición accionarial en el ancestral banco, y también ha declarado que está convencido de que MPS acabará como un banco potente[1].

Ojalá se cumpla ese vaticinio. El simple nombre de MPS evoca la historia del sistema bancario, que, hace cinco siglos y medio, comenzó con un monte de piedad en Siena, “al fine di concedere il prestito alle ‘povare o miserabili o bisognose persone’ con un mínimo tasso d’interesse”.



[1] Vid. S. Sciorilli Borrelli, “Monte dei Paschi di Siena cash call 93% covered but shareholders shy away”, Financial Times, 3-11-2022.


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