Si hacemos caso de manifestaciones
bastante frecuentes, Estados Unidos es un país donde aún impera un sistema capitalista
desaforado, con un sector público, si no inexistente, sí raquítico. Según tales
interpretaciones, el “laissez-faire” decimonónico aún sigue vigente. El gráfico
adjunto recoge la evolución del gasto público respecto al PIB en dicho país, a
lo largo el período 1970-2021. Esta ratio oscila entre algo menos del 35% hasta
más del 45% en la reciente crisis pandémica. Para valorar el alcance de la intervención
del sector público es preciso recurrir a otros indicadores complementarios,
como los relativos a la regulación pública. La OCDE ofrece una amplia batería
al respecto.
Sin embargo, es ahora, según The
Economist, cuando Estados Unidos se prepara para decir adiós al “laissez-faire”
(“Bidenomics: Adieu, laissez-faire”, 29-10-2022). Tres piezas legislativas
clave estarían detrás de la proclamada transformación: un programa para la construcción
de infraestructuras cifrado en 1,2 billones de dólares, una ley para la promoción
de una política industrial orientada a la modernización tecnológica, dotada con
280.000 millones de dólares, y un paquete de 390.000 millones de dólares para
actuaciones relacionadas con el medio ambiente.
Según The Economist, con objeto de
impulsar el sector manufacturero, socorrer a la clase media y, entre otros
aspectos, lograr una economía más verde, “las leyes buscan una reingeniería del
modelo de crecimiento norteamericano concediendo al Estado un papel crucial en
guiar la inversión nacional y gestionar el comercio exterior”.
Pese a las abultadas cifras
presupuestarias señaladas, en su conjunto (1,7 billones de dólares) quedan
empequeñecidas, en términos anuales, en comparación con la enorme dimensión de
la economía estadounidense, representando menos de un 1% del PIB. Sin embargo,
esto no debe impedir apreciar el gran estímulo que conlleva como catalizadora
de la inversión privada.
Y, en cualquier caso, “el hilo
que va por toda la ‘Bidenomics’ es una creencia en que un Estado más intervencionista
puede modelar los resultados económicos, dentro y fuera de la nación”.