El introductor de la noción de “pensamiento grupal”, Irving L. Janis, bastante antes de ello elaboró una teoría de los conflictos en la toma de decisiones que, más de sesenta años después, sigue arrojando luz en este ámbito[1]. Simplemente el repaso de algunos de los conceptos básicos esbozados es una fuente útil para la reflexión y el análisis ante tesituras de esa naturaleza.
Así,
para Janis, el término “decisión” se utiliza en un sentido amplio “para hacer referencia
a cualquier acto, simbólico o evidente, que es definido socialmente como un
compromiso para llevar a cabo una tarea especificada, asumir las
responsabilidades de un papel social especificado, o para ejecutar un curso
especificado de acción en el futuro”. La definición sería aplicable a una decisión
tomada por un representante o líder actuando en nombre de un grupo u
organización, como también a un acto puramente privado que afecte sólo a la vida
privada de una persona.
La motivación
de un decisor para atenerse a una decisión adoptada deriva no sólo del temor a
la censura social sino también del deseo de evitar otros dos tipos de privaciones:
a) sanciones formales o informales materializadas de diversas formas; b) sentimientos
anticipados de culpa o de pérdida de autoestima por violar estándares éticos
internalizados con respecto al mantenimiento de la palabra dada.
Los
conflictos intrapersonales son atribuibles en parte a la toma de conciencia de
las dificultades de revertir una decisión importante. Ello contribuye a una reticencia
antes que se adopte el compromiso personal, durante el período en el que el
decisor está experimentando un “conflicto predecisional”. Después de que el
compromiso ha tenido lugar, cualquier deseo de revertir la decisión dará lugar
a un “conflicto postdecisional”.
Por “conflicto
decisional” cabe entender “las tendencias contrapuestas, dentro de un
individuo, que interfieren con la formulación, aceptación, o ejecución de una
decisión. Los síntomas más destacados de tales conflictos son la duda, la
vacilación, los sentimientos subjetivos de incertidumbre, y las manifestaciones
abiertas de tensión emocional siempre que la referida decisión es objeto de atención”.
Asimismo,
Janis sostenía que los conflictos intrapersonales que se dan antes y después de
adoptar una decisión pueden ser la causa o el efecto de conflictos
intergrupales.
Posteriormente
apunta otro tipo de problema, circunscrito a un caso específico, que tiene también
aplicaciones de interés. Guarda relación con los “conflictos decisionales de un
líder o representante que esté en el papel de negociador y tenga la facultad de
usar su propio juicio, sin tener que asegurar instrucciones explicitas de otros
funcionarios del gobierno de su país, en su intento de llegar a un acuerdo pacífico
con una nación rival… ¿Cuáles son los principales determinantes de la
vulnerabilidad de un negociador a los conflictos postdecisionales cuando, después,
de haber llegado a un acuerdo tentativo con sus homólogos, se encuentra con
presiones y reveses desde el gobierno de su propia nación?”.
En el artículo se lleva igualmente a cabo
un análisis de las variables que influyen en la toma de decisiones, partiendo
de que “todas las decisiones se supone que van orientadas hacia fines que
implican en logro de objetivos o eventos deseados y la evitación de objetivos o
eventos no deseados”. Los factores que intervienen se clasifican como
utilitaristas, sociales y particulares. En esta última esfera se incluyen los
que denomina anticipos de autoaprobación o autodesaprobación. Algunas preguntas
que encajan en este apartado son las siguientes: "Will I feel that my
action is moral or immoral? Will I feel proud of myself or ashamed and guilty?
Will I be living up to my ideals or letting myself down?”. Evidentemente,
para plantearse este tipo de interrogantes es preciso arrastrar ciertos códigos
genéticos o haberlos asimilado en el curso de la experiencia vital.
[1]
Vid.
I. J. Janis, The Journal of Conflict Resolution, Vol. 3, No. 1, Studies from
the Institute for Social Research, Oslo, Norway (Mar., 1959).