Durante
años hemos vivido en una especie de país de la Alicia de Carroll, al menos en lo
concerniente a los tipos de interés. La aplicación de tipos de interés negativos
era, según numerosos analistas, un indicio de alguna anomalía que acabó por
percibirse como algo natural y lleno de lógica. El abrupto retorno de la
inflación ha venido a finiquitar -habrá que ver por cuánto tiempo- esa atípicamente
prolongada fase de tipos de interés ultrarreducidos, y ha pillado de sorpresa a
miles de prestatarios que no acaban de entender cómo ha podido producirse
semejante cambio. En particular, aquellas personas que anhelaban convertirse en
propietarias de su vivienda, y que no tuvieron la oportunidad de cerrar antes
el esquema de financiación, se ven afectadas por una desdicha en términos
comparativos.
De
nuevo, la disyuntiva entre concertar un préstamo a tipo de interés fijo o a
tipo de interés variable se plantea ineludiblemente, en una elección en la que,
como siempre, se contrapone la mayor o menor certeza de las cuotas hipotecarias
con el importe de éstas. Ante esta situación, los operadores del mercado
crediticio se disponen a ofrecer distintas alternativas. En Reino Unido, una nueva
entidad prestamista acaba de obtener autorización para ofrecer préstamos
hipotecarios a plazos de 30 años o más, hasta 50, con tipos de interés fijos
del orden del 4 o 4,5% anual[1].
Seguramente,
quienes tienen que afrontar ahora unos mayores tipos de interés nominales no
estén muy receptivos a repasar los fundamentos teóricos de la configuración de
los tipos de interés en un contexto inflacionario, con la diferenciación de los
componentes real e inflacionario. Habrá que dejar para otro momento esa
exposición. Ahora, lo relevante es hacerse una idea del impacto de la contratación
de un préstamo hipotecario a tipo de interés fijo, en función del plazo y del tipo
de interés anual. Es lo que se refleja en el cuadro y en el gráfico adjuntos. También
conviene reflexionar ante la asunción de un tipo de interés variable. Hay
apuestas que salen ganadoras, pero otras resultan, a la postre, claramente
perdedoras.
[1]
Vid. E. Dunkley, “New UK lender plans 50-year fixed rate mortgages”, Financial
Times, 15-8-2022.