El
libro está disponible en el espacio web de la Universidad de Málaga[1],
pero he tenido la fortuna de recibir hace poco un ejemplar impreso, con una dedicatoria de su
autor, Rafael Vidal Delgado. El título del libro es idéntico al de la obra publicada
por Alain Finkielkraut en 1987, cuyas “premoniciones… no sólo se han materializado
sino que han sido superadas por la realidad”.
Es
esta la opinión del autor hispano (Ed. Foro para la Paz en el Mediterráneo,
2015), para quien, igualmente, “La política se ha convertido no en una
reflexión y una confrontación de ideas para superar las deficiencias sociales,
sino en un enfrentamiento puro y duro de dos o más aparentes ideas sin ninguna
consistencia de pensamiento… La derrota del pensamiento se produce en los
primeros años del presente siglo, porque no hay forma de elegir al mejor sino
al que más presión efectúe sobre la mente”.
Para
ilustrar esta preocupante tendencia, lleva a cabo un amplio y diversificado
elenco de reflexiones sobre la vida en la civilización cristiana [término que emplea sin "ninguna connotación religiosa"] occidental de comienzos
del siglo XXI. En ellas introduce interesantes puntos de vista, así como elementos
y referencias documentales útiles para el análisis, aprovechando su experiencia
como alto y cualificado mando militar, su especialización como doctor en
Historia, y su trayectoria en diversos proyectos empresariales, asociativos y
didácticos. Están expuestas las reflexiones de forma directa y amena, atributos
que no están reñidos con el alcance y la profundidad de muchas de las
cuestiones planteadas.
Aunque
después de leerlas uno puede tener la tentación de discrepar de lo apuntado por
el autor en su mensaje final, este declara que, pese al título elegido, no por
ello pretendía “expresar pesimismo por la situación humana actual”, y se muestra
“convencido que en el próximo futuro se iniciará una regeneración del pensamiento,
de la mano de los jóvenes que han nacido en los albores del siglo XXI”, si bien
matiza que “los retos que tienen son muy importantes”.
No
obstante, en una vertiente menos optimista, cierra el libro alertando, de forma
premonitoria, de posibles amenazas militares “que podrían generar guerras de
incalculables consecuencias”, y expresando su visión de que “si consideramos
que nuestro pensamiento cristiano occidental ha sido ya derrotado, no tendremos ninguna posibilidad de
sobrevivir como tales”.
Unos años después de que el libro viera la luz, contamos con la ventaja de conocer cuál ha sido el rumbo seguido en algunos de los ámbitos analizados, pero no puede decirse que se haya despejado el camino respecto a la preponderancia o no de las expectativas optimistas frente a las pesimistas. Esta misma semana, un significado analista, y privilegiado conocedor del sistema económico español, me comentaba las dificultades que se ciernen en el horizonte cercano. Aun cuando se declaraba moderadamente optimista sobre las consecuencias efectivas, apelaba a la conveniencia de regirse por pautas de la mayor prudencia: espera lo mejor, pero prepárate para lo peor.