27 de junio de 2022

Criptoactivos: ¿un nuevo “Salvaje Oeste”?


Aun cuando la regulación del sector financiero ha sido tradicionalmente intensa, no siempre ha puesto el foco en determinadas parcelas que se apartan de las prácticas usuales y van por delante del marco normativo vigente. Y ello, como hemos tenido ocasión de comprobar en la gran crisis financiera internacional, a costa de generar grandes riesgos que pasan desapercibidos hasta que es demasiado tarde.

Algo parecido ocurre en el mercado de los criptoactivos, donde los desarrollos meteóricos han evidenciado la inercia de las disposiciones regulatorias preexistentes. El número de criptoactivos supera hoy día… ¡la cifra de 10.000! La extensión de las criptomonedas no se explicaría sin el entusiasmo despertado entre numerosos colectivos de personas que ven en tales activos una alternativa imbatible para sortear el dinero de curso legal, desechar los intermediarios financieros tradicionales y los esquemas de pagos convencionales o, entre otras motivaciones, obtener importantes y cómodas ganancias.

Ese punto de vista contrasta con el mantenido por algunos economistas, reguladores y banqueros centrales que muestran su escepticismo, al tiempo que advierten acerca de una serie de inconvenientes asociados al uso de las criptomonedas. Eso no impide que, de manera unánime, se reconozcan las ventajas de las nuevas tecnologías -basadas en blockchains- que dan soporte al uso de las criptomonedas.

Un destacado exponente de esa posición crítica es Fabio Panetta, miembro del comité ejecutivo del Banco Central Europeo: “los cripto-evangelistas prometen el cielo en la tierra, usando una narrativa ilusoria de unos precios siempre en alza de los criptoactivos para mantener las entradas de fondos y así el impulso que alimenta la burbuja cripto”. Como en un esquema Ponzi, una dinámica alcista sólo puede continuar en tanto un creciente número de inversores crean que los precios van a seguir subiendo y que puede haber un valor fiduciario no respaldado por alguna corriente de ingresos o una garantía. Hasta que el entusiasmo se desvanece y estalla la burbuja.

Su crítica se apoya en otros argumentos: i) las transferencias de criptoactivos pueden requerir horas para su procesamiento; ii) sus precios fluctúan bruscamente; iii) las supuestamente anónimas transacciones dejan un rasgo inmutable que puede ser seguido; iv) una gran mayoría de tenedores de criptoactivos depende de intermediarios, contrariamente a la proclamada filosofía de las finanzas descentralizadas.

No obstante, es oportuno diferenciar entre los “criptoactivos sin respaldo”, de los que nadie es responsable, y que no tienen ninguna garantía, ni están gestionados por un operador de confianza, y las “monedas estables” (“stablecoins”), cuyo valor está vinculado a uno o varios activos de bajo riesgo. Ahora bien, si estos últimos activos quedan fuera de la regulación, son estables sólo en el nombre. El reciente colapso de algunas de estas monedas es ilustrativo al respecto.

Los criptoactivos sin respaldo no pueden cumplir su objetivo originario de facilitar los pagos, por ser demasiado volátiles para desempeñar las tres funciones del dinero: medio de intercambio, depósito de valor, y unidad de cuenta. Descartada su utilidad como dinero, las criptomonedas ni siquiera cumplen, en opinión de Panetta, otras funciones económicas o sociales que puedan ser valiosas, como ayudar a la financiación del consumo y la inversión, o apoyar la lucha contra el cambio climático. Niega categóricamente tales posibilidades, y considera que hay razones para creer que hacen exactamente lo contrario.

Y concluye con un contundente juicio: “Los criptoactivos están trayendo inestabilidad e inseguridad – exactamente lo contrario de lo que prometían. Están creando un nuevo Salvaje Oeste”. En evitación de esos males potenciales, aboga por una regulación que asegure el control de los riesgos, sin frenar una innovación que pueda estimular la eficiencia en los sistemas de pagos y las aplicaciones más amplias de las nuevas tecnologías.

En suma, los objetivos de promover la innovación, preservar la estabilidad financiera y proteger al consumidor deben figurar en la agenda regulatoria prioritaria. En cualquier caso, a efectos de una toma de decisiones informada, es bueno conocer las dos visiones del mundo de los criptoactivos, la entusiasta y la crítica.

(Artículo publicado en el diario “Sur”)



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