3 de enero de 2022

DeFi: el gran desafío de las finanzas descentralizadas

 

DeFi. A este reciente acrónimo, cada vez más extendido, puede faltarle una tilde, para ajustarse al vocablo francés, pero eso no impide que el significado que simboliza represente un desafío, un desafío en toda regla, al sistema financiero convencional. Tal vez no de hoy para mañana, pero las finanzas descentralizadas (decentralised finance, DeFi) han surgido como una forma de realizar transacciones financieras al margen de los esquemas tradicionales. Una forma de realizar operaciones que, aparentemente, podría llevar al desván, cuando no a derribar, toda la arquitectura en la que se ha sustentado el sistema económico durante muchas décadas. Se trata de un modus operandi íntegramente dependiente del factor tecnológico, factible gracias a los extraordinarios avances registrados, que han habilitado el terreno para lo que también es una concepción filosófica de raíces libertarias que busca la implantación de un sistema financiero independiente del poder de una autoridad central.

La noción de “contratos inteligentes” (“smart contracts”), incorporados en un sistema de “blockchain”, y que pueden ejecutarse automáticamente, constituye el pilar del nuevo esquema. A través de dichos contratos, basados en códigos de fuente abierta, pueden efectuarse operaciones de depósitos, pagos, préstamos, e inversiones. En el universo DeFi, las funciones financieras son desempeñadas por protocolos completamente automáticos gestionados por comunidades descentralizadas, en vez de por compañías con una organización centralizada.

El nuevo sistema presenta algunas ventajas frente a las finanzas tradicionales, como el menor coste y la instantaneidad de los pagos. También, mediante la vinculación irreversible de una garantía a un préstamo, el riesgo de impago puede ser eliminado[1].

Como apunta The Economist, “el problema es que toda esta sofisticada ingeniería financiera aún no tiene una economía ‘real’ a la que servir… [pero] esto podría cambiar en 2022”[2]. Este año recién nacido puede ver cómo las blockchains sirven de apoyo a muchas aplicaciones más allá del dinero y las finanzas[3]. Los NFTs (“non-fungible tokens”), ya en uso, servirán de base para una nueva ola de servicios web3[4].

Las nuevas fuerzas son verdaderamente disruptivas y abrumadoras. Pero, por mucho que nos deslumbren, no podemos dejar de tomar conciencia de la existencia de algunas zonas donde todavía no ha llegado la luz, ni de advertir algunas curiosas paradojas, en particular la siguiente: ¿cómo es posible que, en un proceso radical de desintermediación total de las funciones financieras, aparezcan nuevos intermediarios?

En este contexto, Izabella Kaminska trae a colación la conocida proposición de Grossman-Stiglitz, que viene a reflejar la existencia de un conflicto fundamental entre la eficiencia con la que los mercados difunden información y los incentivos para adquirir ésta[5]. Con vistas al análisis de DeFi, puede ser de considerable interés reflexionar en torno a las implicaciones de dicha proposición.




[1] Vid. The Economist, “Decentralised finance is booming, but it has yet to find its purpose”, 8-11-2021.

[2] Op. cit.

[3] Vid. “There’s more to crypto than currency and financial applications”, 8-11-2021.

[4] Vd. A. Zareei Bogoya, “¿Sabes qué es un NFT y cómo funciona?”, EdufiBlog, 15-10-2021.

[5] Vid. “DeFi paradoxes”, Financial Times, 21-7-2021.


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