Hace tan sólo un
año, en un encuentro en el que participaban cualificados especialistas en
mercados financieros, recuerdo el escepticismo de algunos de ellos cuando comentaba
el pronóstico de Goodhart y Pradhan sobre el crecimiento de los precios[1]. Sin
embargo, diversas circunstancias se han alineado para que la inflación, esa
temible bestia capaz de ocasionar terribles daños en el tejido económico, la
estructura social y el orden político, que permanecía recluida en las
catacumbas, vuelva a enseñar, de momento de forma contenida, sus amenazantes
garras.
Tan notoria ha
sido su ausencia durante años que hasta llegó a convertirse en (moderado)
objeto del deseo. Pero no ha tenido que hacerse notar en demasía -sobre todo,
en términos comparativos con algunos registros históricos- para que se haya
desatado una carrera en búsqueda de protección contra ella.
Como siempre
suele ocurrir, en función de la posición de cada agente en el mercado, así será
su capacidad de selección y contratación de algún eficaz guardaespaldas. Los
inversores son un colectivo normalmente bien pertrechado para la búsqueda de
fórmulas protectoras. Varios son los requisitos para ello. El primero, sin duda,
es el más relevante: disponer de fondos que puedan movilizarse. Los activos con
rendimientos vinculados a la inflación, o aquellos cuyo valor tienda a
incrementarse o a mantenerse en términos reales, han comenzado a acaparar la
atención.
K. Duguid, M. Darbyshire,
D. Thomas y E. Platt ofrecen, desde Nueva York, una breve pero ilustrativa
síntesis de las tendencias en curso[2]. Varias
son las opciones planteadas, no necesariamente excluyentes, si se dispone de
recursos suficientes:
- Títulos de
deuda pública protegidos contra la inflación, esto es, títulos cuyo valor
nominal se va ajustando en función de la evolución del índice general de
precios. De esta manera, con un tipo de interés fijo, y un aumento de precios,
el interés devengado aumenta en términos nominales y se mantiene en términos
reales. Otra posibilidad sería la de ir ajustando el tipo de interés,
incorporando al tipo inicial de referencia que se elija el componente de la
tasa de inflación. En Estados Unidos, los TIPS (“Treasury-Protected Inflation
Securities”) adoptan el primer enfoque. Merece la pena ver con más detalle la
diferencia, lo que dejaremos para una entrada posterior. Los TIPS pueden ser
una buena propina a efectos didácticos en el ámbito de la educación económica y
financiera.
-Oro, considerado
un “activo refugio” en tiempos de inflación, que, sin embargo, de momento, no
está registrando una demanda significativa por parte de los inversores.
-Criptomonedas,
elegidas por algunos inversores como una opción atractiva, a pesar de su
notoria volatilidad.
-Activos
inmobiliarios, sobre la base de que los alquileres tienden a elevarse en fases
de inflación.
-Commodities:
algunas de éstas (cobre, petróleo, soja…) han concentrado últimamente
importantes flujos de capitales, por considerarse que pueden ser buenas
coberturas ante la inflación.
[2]
“Investors pour billion of dollars into inflation-linked assets”, Financial Times,
15 de diciembre de 2021.