Del
17 al 19 de noviembre se ha celebrado el IV Congreso de Educación Financiera de
Edufinet. Como se expresa en el lema del Congreso, “Educación Financiera para
una época de cambio de paradigmas”, los programas de educación financiera han
de adaptarse para hacerse eco de las múltiples implicaciones que se derivan de
un proceso de alteración de paradigmas en diversas esferas. Asentada la
importancia de la cultura financiera como una de las competencias básicas para
la vida en el siglo XXI, las iniciativas en el ámbito de la alfabetización
financiera se encuentran ante el reto de conjugar la transmisión del armazón
tradicional del razonamiento financiero con la plétora de cambios que se
suceden en un entorno de creciente digitalización.
El primer congreso
de educación financiera de Edufinet se celebró
en el año 2018, como evento extraordinario, como colofón de un
programa de actividades conmemorativas. No obstante, la experiencia se repitió
en 2019, cuando hablamos de la posibilidad de que Málaga pudiera abrirse un
hueco en el circuito
de referencias internacionales de educación financiera. La situación de crisis sanitaria impidió que el
simposio mantuviera su carácter presencial, pero no que se llevara a cabo a
través de canales telemáticos. Sin ser demasiado pretenciosos en el sentido
apuntado, hemos procurado mantener nuestra cita anual, que, con la de 2021, ha llegado
ya a su cuarta
edición, en esta
ocasión mediante un formato mixto, presencial-digital.
Cuando el proyecto Edufinet comenzó su andadura en
el año 2005, eran bastante escasos los puntos del globo terráqueo desde donde se
irradiaba educación financiera. Hoy, son cada vez más las zonas de luminosidad
que se observan en el planeta. Unos 400 miembros institucionales, de 130
países, forman parte de la International
Network on Financial Education (INFE) de la
OCDE, y cada vez son más los países que ponen en marcha estrategias nacionales
de educación financiera. Las iniciativas
públicas y privadas en este
ámbito se cuentan, no ya por centenares, sino por miles.
Las
razones son múltiples y sólidas. La adopción de decisiones financieras
inadecuadas respecto a las circunstancias personales puede acarrear costes
económicos directos significativos a las familias, en tanto que la carencia de habilidades
numéricas y financieras elementales origina limitaciones en el desempeño
profesional. El análisis económico permite identificar importantes
ventajas en las vertientes de la eficiencia en la asignación de los
recursos, la estabilidad económica, la distribución de la renta y
la riqueza, y el desarrollo económico.
A
tenor de la enorme expansión de los programas de educación financiera en todo
el mundo, cabría esperar que el nivel de preparación de la población
hubiese mejorado de manera sustancial. Sin embargo, la evidencia disponible lleva
a constatar la existencia de considerables rémoras y lagunas al respecto.
¿A qué obedece esa resistencia?, nos podríamos preguntar. No podemos obviar,
desde luego, las dificultades intrínsecas para llegar a dominar todos los
elementos presentes en el sistema financiero. Y tales dificultades se acentúan
cuando nos enfrentamos a una dinámica de cambios permanentes, intensificados,
por el juego de fuerzas diversas, en el curso de los últimos años. ¿Qué hacer?,
puede ser otra pregunta obligada.
Recabar
la opinión de los distintos stakeholders en la educación financiera
constituye, seguramente, una vía imprescindible, como también lo es acudir al
dictamen de expertos en la materia. Esta fue una de las principales motivaciones
de la organización del primer congreso de Edufinet y sigue siéndolo en
la actualidad: revisar, actualizar y ampliar nuestro bagaje para mejorar
nuestra capacidad de actuación ante el reto de promover la cultura financiera
de la población, a la escala de nuestras posibilidades.
En
línea con lo señalado, la educación financiera para una época de cambio de
paradigmas ha sido el lema del IV Congreso de Edufinet. En él se han
dado cita cerca de 40 ponentes que han abordado un amplio abanico
temático: papel de la educación financiera, diseño de los programas formativos,
evaluación de su eficacia, finanzas sostenibles, nuevas formas de tributación,
psicología y regulación financiera, inteligencia artificial, emprendimiento,
impacto de la política monetaria, análisis económico y toma de decisiones
financieras, cálculo financiero, o ciberdelito, entre otros aspectos. Del
conjunto de las exposiciones efectuadas, así como de las cuestiones suscitadas
en los coloquios, puede extraerse un gran número de consideraciones y
reflexiones de gran utilidad de cara al diseño de los programas de
educación financiera.
Esta
última tarea se enfrenta a un amplio conjunto de condicionantes del entorno
que no pueden pasar desapercibidos, como son los que se derivan del proceso de digitalización
y de otros desarrollos ligados a los avances tecnológicos. Asimismo, a
lo largo de los últimos años han irrumpido diversos paradigmas de gran
relevancia en los planos económico, financiero, fiscal, monetario o doctrinal.
Todo ello no viene sino a reafirmar el carácter de la educación financiera
como materia fronteriza, con un marcado perfil interdisciplinar.
Al
hilo de los retos planteados y de la valoración de la experiencia acumulada, la
consecución del objetivo de mejora del nivel de cultura financiera de la
población debería descansar, desde nuestro punto de vista, en una estrategia
basada en tres pilares formativos: i) enseñanza reglada; ii) participación
en programas de mantenimiento periódico; y iii) acciones específicas ad hoc
ante decisiones financieras relevantes (just-in-time).
En
este mismo espacio, con ocasión de la celebración del Día de la Educación
Financiera de 2021, señalábamos que el vaso de la educación financiera,
según acreditados expertos, podía visualizarse como medio vacío o como medio
lleno. Es cuestión de perspectiva. Sin embargo, con independencia de cuál sea
nuestra percepción, una cosa está clara. Después de cotejar el panorama que se
vislumbra, no podemos sino convenir en que el vaso, en realidad, es mucho más
grande de lo que creíamos. Y, ya sólo para mantener el nivel percibido
anteriormente, es preciso efectuar un aporte adicional de líquido a ese
recipiente en expansión.
Para
ello es preciso un esfuerzo adicional. Las fuentes están localizadas, y tienen
muchos caños. Para aprovechar bien ese caudal hacen falta muchos colaboradores
interesados en contribuir a una iniciativa de interés social, desde
cualquiera de los programas existentes, y desde cualquier punto de la
geografía. Uno de esos programas es Edufinet, y uno de esos lugares es la ciudad
de Málaga, donde nuestro centro tiene las puertas abiertas, al igual que,
permanentemente, la red que figura en el acrónimo que da nombre a nuestro
proyecto.
(Artículo
publicado en “UniBlog”)