16 de agosto de 2021

El poder de las narrativas económicas

 

La evolución de la economía de un país depende del comportamiento diario de millones de personas que, constantemente, toman decisiones. Los modelos económicos tradicionales consideran a los individuos como agentes racionales que pretenden maximizar su propia utilidad. La aplicación de tales modelos permite, en determinadas circunstancias, obtener importantes conclusiones para explicar y predecir las conductas económicas individuales.

Sin embargo, la realidad suele ser bastante más compleja, en una sociedad donde hay continuas y múltiples interacciones, y las creencias y percepciones juegan un papel de primer orden como condicionantes de dichas conductas. Así, por ejemplo, si en un país, en las primeras etapas del ciclo educativo, se transmite a los alumnos que un empresario es un explotador sin escrúpulos que sólo busca su propio beneficio, es probable que la figura del emprendedor no encuentre una posición social demasiado favorable para el surgimiento de empresarios schumpeterianos.

Las denominadas narrativas económicas ocupan un lugar central en el proceso de toma de decisiones, y, al igual que los virus, pueden expandirse a enorme velocidad. Cuando se transmiten con gran facilidad, pueden ser un factor crucial en la generación de fluctuaciones económicas. La incorporación de estas narrativas al análisis económico es el planteamiento que efectúa Robert J. Shiller, Premio Nobel de Economía 2013, en su obra “Economía Narrativa”, publicada antes de la pandemia, y que ha aparecido en España con el título “Narrativas económicas” (Ed. Deusto, 2021) y un subtítulo que no se corresponden estrictamente con los originales.

En el libro nos encontramos un extenso y diverso recorrido por una serie de casos históricos que ilustran el auge de señaladas narrativas económicas. Para Shiller, la del Bitcoin se mantiene como el caso supremo de las que han alcanzado un carácter viral, y cree que su historia es en parte una burbuja y en parte un misterio. También la conocida curva de Laffer (que muestra una relación en forma de “U” invertida entre la recaudación tributaria y el tipo de gravamen del impuesto sobre la renta) alcanzó en su día gran relevancia. Hay otras narrativas económicas perennes (pánicos bancarios frente a confianza, frugalidad frente a consumo ostensible, automatización y destrucción de empleo, auge y caída del sector inmobiliario…) que son objeto de un pormenorizado análisis histórico.

Shiller aboga por abordar el contagio de los relatos que calan en la sociedad, como explicación o justificación de un acontecimiento, en el estudio de la economía: “El análisis de las narrativas económicas, entendido como el estudio de la propagación viral de creencias y relatos que afectan al comportamiento de los agentes económicos, puede mejorar nuestra capacidad de anticipar y gestionar sucesos económicos futuros”. Para ello es necesario fomentar la investigación colaborativa entre economistas y expertos de otras disciplinas.

El autor nos recuerda que las noticias falsas han estado presentes a lo largo de la historia, por lo que parecen inseparables de la condición humana. Los bulos no se sustentan en la situación real de las fuerzas económicas fundamentales, pero pueden afectar grandemente al rumbo de los resultados económicos. Incluso aunque no provengan de un falseamiento expreso de la realidad, algunas falacias instaladas en la mentalidad general pueden acabar teniendo graves consecuencias. Recordemos, por ejemplo, la idea extendida durante tanto tiempo, en España y en otros países, de que el precio de la vivienda no podía bajar en términos nominales.

Shiller destaca siete rasgos comunes a los que debemos prestar atención para una mejor comprensión de las narrativas económicas: 1) las epidemias pueden ser rápidas o lentas, grandes o pequeñas; 2) aunque no se hable permanentemente de ellas, algunas narrativas económicas tienen efectos latentes muy importantes; 3) las constelaciones narrativas tienen más impacto que una narrativa aislada; 4) el impacto puede ser cíclico o intermitente en el tiempo; 5) la verdad no es suficiente para detener las narrativas falsas; 6) el contagio de las narrativas depende de las posibilidades de su reiteración; y 7) las narrativas económicas prosperan cuando apelan a cuestiones como el interés humano, la identidad y el patriotismo.

(Artículo publicado en el diario “Sur”)



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