28 de agosto de 2021

Automóvil privado: ¿un medio de transporte imbatible?

 

Según algunos estudios prospectivos realizados hace unas décadas, a estas alturas del siglo XXI, el automóvil privado debería ser ya una pieza de museo. Yo mismo tenía esa visión. Esperaba que pudiera dar paso al transporte, no público, sino colectivo. Especialmente cuando llegaba al aeropuerto de Madrid y me desplazaba hacia el centro de la capital, me parecía milagroso llegar hasta allí, e inexorablemente me planteaba siempre la misma pregunta: ¿cómo tanta gente, durante tanto tiempo, soportaba la condena de los atascos a gran escala permanentes?

Aunque trate de evitarlos, su simple amenaza potencial puede llegar a causar un auténtico pavor psicológico a personas, como es mi caso, poco entrenadas en ese padecimiento. No es de extrañar que, cuando una exalumna me describía que, la primera vez que viajó a Los Ángeles, alquiló un vehículo en el aeropuerto para, con toda naturalidad, desplazarse al centro de la gran urbe, no dudé en calificarlo como una proeza que yo jamás habría podido realizar[1]. Al volver a ver, hace no mucho, la obertura de la película “La La Land”, no pude sino estremecerme al imaginarme atrapado en un colapso semejante. Para los angelinos, el tráfico denso debe de ser simplemente “another day of sun”, pero no sólo para ellos…

En fin, ha pasado bastante tiempo, y el automóvil sigue ocupando una posición hegemónica como medio de transporte en distintos segmentos, aunque es evidente que, a través de restricciones de diferente signo, está en fase de verse desterrado de los cascos urbanos.

Un magnífico libro que leí hace tiempo aportaba algunas claves para explicar la paradójica resistencia de los automóviles privados. Para Lester C. Thurow[2], “a menudo es sugerido un mejor transporte público como una solución a la congestión de automóviles, pero no lo es. El automóvil tiene tres ventajas que hacen que sea imposible que el transporte público pueda competir con él. Primero, es mucho más flexible respecto a los puntos de salida y llegada que cualquier otra forma de transporte… Segundo, el auto es una cápsula personalizada, cuyo diseño adaptado al cliente consiguen los propietarios en función de sus gustos y presupuestos… Y uno siempre consigue un asiento. Tercero, el automóvil tiene un enorme diferencial entre los costes medios y los costes marginales. Los costes de poseer un coche que nunca se mueve son enormes… El coste marginal de conducir el coche… es muy bajo”.



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