Circunstancialmente,
hoy me he topado con el libro “De tulipanes a bitcoins”, de Torsten Dennin,
publicado en España en 2021 por Profit Editorial, dos años después de su
aparición en versión inglesa. En esta obra se hace un repaso de una larga lista
de episodios especulativos ligados a las más variadas “materias primas” (“commodities”),
entendiendo como tales todo bien económico primario o básico que está
estandarizado.
Dichos
episodios -“Una historia de fortunas creadas y perdidas en los mercados de
materias primas”, como reza el subtítulo del libro- encajan, grosso modo, dentro
de la extendida categoría de “burbuja”.
Hoy
mismo, sin embargo, también he tenido conocimiento de una nueva regla (hay también
otros tipos de burbujas), propuesta por Robert Armstrong, editor de finanzas
del Financial Times, la “regla de Garber”[1]. Se basa
ésta en ciertas consideraciones planteadas por Peter M. Garber, a la sazón, autor de una relevante obra sobre burbujas económicas[2].
En
un artículo anterior sobre el mismo tema expresa lo siguiente[3]: “Antes
de que los economistas releguen un evento especulativo a la categoría
inexplicable o de burbuja, sin embargo, debemos agotar todas las explicaciones
económicas razonables. Aunque tales explicaciones no son a menudo fácilmente
generadas debido a la inherente complejidad de los fenómenos económicos, la
misión de los economistas es encontrar ingeniosas explicaciones fundamentales
de mercado; y nuestra metodología debe siempre requerir que busquemos
intensivamente fundamentales de mercado antes de aferrarnos al último de
recurso de la ‘burbuja’”.
La
advertencia del profesor Garber nos insta a no dejarnos arrastrar por la “rápida
disponibilidad de una explicación banal de la tulipomanía”. Este tipo de fácil
interpretación puede llevarnos a ignorar importantes factores que pueden estar en
la base del descalabro de algunos experimentos económicos y financieros.
En
el libro de Dennin tenemos 42 casos para tratar de contrastar si en los
diagnósticos realizados se ha seguido o no la “regla de Garber”.
Inevitablemente,
el imán de la “burbuja explicativa” atrae al omnipresente y ubicuo bitcoin,
que, según Dennin, “se ha convertido actualmente en materia prima”.