9 de febrero de 2021

Cuando la RSC se convierte en obligatoria

 

Varias han sido las entradas dedicadas recientemente en este blog a la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), tema que parece haber recobrado vitalidad después de una época de aletargamiento o de mera rutina. Raro es no toparse con ese conocido acrónimo en estudios sobre las estrategias empresariales o en análisis sobre la evolución del capitalismo.

En numerosos países se han definido y reforzado los estándares de información pública de las actividades empresariales desarrolladas en el ámbito de la RSC. En algún caso incluso se ha desplazado la RSC al terreno de la obligatoriedad, rasgo que, de entrada, llevaría claramente a cuestionar que se pudiera seguir hablando de RSC en sentido estricto. Así, en el año 2013, se aprobó en India una ley que obliga a las compañías de este país a destinar al menos el 2% de sus beneficios anuales a proyectos de RSC[1].

Un extenso y detallado estudio referido a una amplia muestra de empresas de India pone de relieve algunas cuestiones interesantes[2]. En él se examina el impacto de dicha ley sobre las empresas que desarrollaban la RSC antes de la aprobación de la norma, en comparación con el de que aquéllas que no lo hacían.

Los investigadores constatan que las empresas que practicaban anteriormente con amplitud la RSC redujeron significativamente su gasto en “RSC” hasta el nivel establecido legalmente. Por otro lado, las empresas que anteriormente estaban por debajo de dicho umbral lo elevaron para cumplir con el nuevo requerimiento.

Es evidente que el establecimiento de un nivel mínimo de gasto asimilado a “RSC” implica que habrá un mayor número de empresas aportantes a fines sociales. Sin embargo, la naturaleza coercitiva derivada de la ley puede reducir la motivación intrínseca de las empresas pro-RSC para realizar acciones sociales, con una reducción del gasto a largo plazo. Como apuntan los autores del referido estudio, los administradores y gestores de las empresas pueden sentirse liberados de su responsabilidad social cumpliendo con la regulación, sin que vean ya necesario ningún esfuerzo adicional.

Mutatis mutandis, ¿podríamos aplicar un esquema de razonamiento similar en el caso de las personas físicas en relación con la filantropía y los impuestos? La sombra de la fiscalidad voluntaria de Sloterdijk es alargada; la luz del filósofo germano, intensa.



[1] The Economist, “Corporate charity. Giving and taking”, 9-1-2021.

[2] Shivaram Rajgopal y Prasanna Tantri, “Does mandated corporate social responsibility reduce intrinsic motivation? Evidence from India”, Accounting Research Center, Chicago Booth, Accounting Workshop, mayo 2018.

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