Tal y como se señalaba en una reciente entrada de este blog (23-8-2020),
en sus discursos económicos Mario Draghi tiende a conjugar el uso del análisis riguroso
con el recurso a principios y valores filosóficos. Y asimismo muestra una
especial habilidad para aderezar sus argumentos con citas impactantes verdaderamente
aleccionadoras y significativas.
En la conferencia pronunciada, el día 18 de agosto de 2020, en un
encuentro celebrado en Rímini, un Draghi sumamente relajado, a quien ha cambiado
notoriamente el rictus tras haber abandonado la enormemente presionante sala de
máquinas del gran acorazado monetario, examina la situación económica ocasionada
por la pandemia del coronavirus[1].
En su opinión, “debemos aceptar la inevitabilidad del cambio con realismo
y, al menos hasta que se encuentre un remedio, debemos adaptar nuestros comportamientos
y políticas”. Más que dar una lección de política económica, según dice,
pretendía hacer un llamamiento de una naturaleza más ética -hace hincapié en el
“impegno ético”- para afrontar juntos los desafíos de la construcción y
reafirmar los valores y objetivos sobre los que queremos reconstruir nuestras
sociedades y economías.
Al hilo de su discurso evoca la “oración de la serenidad”, que, no
obstante su disputada paternidad, él atribuye a Reinhold Niebuhr (1892-1971): “Dame
la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar; el coraje para
cambiar las cosas que puedo cambiar, y la sabiduría para conocer la diferencia
entre unas y otras”.
Ante tan sabias y bellas palabras palidecen, al menos durante un
instante, los dictados económicos, imprescindibles para intentar salir del laberinto
en el que andamos perdidos. Su simple lectura es un motivo de deleite, y una
oportunidad para reponer fuerzas a fin de tratar de encontrar el camino de
salida, que, además de tortuoso y escarpado, será largo.
[1] Vid. “Draghi’s
speech at Rimini Meeting”, 18 de agosto de 2020,
htpps://www.meetingrimini.org/en.