1 de septiembre de 2020

Pandemia y deporte: el misterio de la ventaja de campo continúa


El concepto de ventaja de campo sigue firmemente instalado en el deporte. Según diversos estudios, en todos los deportes y en todos los niveles, la tendencia a un mayor porcentaje de victorias de los equipos que juegan en casa se mantiene de forma consistente; en los casos del fútbol y del baloncesto, claramente por encima del 60%. De no considerarse como tal dicha ventaja, no se vería como algo positivo obtener el factor cancha, para posibles desempates, en las fases de eliminatorias.

Existe un repertorio de causas a las que el saber popular atribuye dicha ventaja: apoyo de las aficiones en los estadios, inconvenientes ligados al desplazamiento de los equipos visitantes, adaptación a las características específicas de las instalaciones…, por no mencionar el “miedo escénico” asociado a algunos recintos emblemáticos. En fin, desde una perspectiva empresarial, la celebración de un partido responde a un proceso productivo del que también forman parte el clima ambiental y otros elementos que pueden incidir de manera no desdeñable en la actuación de los deportistas y de los equipos en su conjunto. La influencia del “déficit de gobernanza”, según numerosos aficionados futbolísticos malagueños, sería otro elemento a incluir en el análisis.

Sin embargo, en la conocida obra “Scorecasting”, Tobias J. Moskowitz y L. Jon Wertheim, a partir de un análisis estadístico de diferentes disciplinas deportivas, cuestionan la validez de los referidos aspectos en la explicación de la ventaja de campo. Así, por ejemplo, del estudio de más de 23.000 partidos de la NBA se deduce que el porcentaje de acierto de los tiros libres coincide hasta en el primer decimal (75,9%) para los equipos anfitriones y los visitantes. Por otro lado, la ventaja de campo sigue prevaleciendo en los casos de aquellos equipos de la misma ciudad que comparten estadio.

En su opinión, los sesgos arbitrales son el principal factor que contribuye a la ventaja de campo. En la primera división de la liga de fútbol española, en partidos con marcador ajustado, los árbitros tienden a acortar la duración del tiempo añadido cuando el equipo local va ganando, y a extenderla cuando va perdiendo. Asimismo señalan que las cifras de tarjetas amarillas y rojas mostradas no se rigen por patrones completamente homogéneos para los equipos contendientes. En otros deportes, la identificación de “momentos cruciales” en el juego deja ver que las decisiones arbitrales suelen ser más benévolas para los anfitriones.

Moskowitz y Wertheim expresan su convencimiento de que los árbitros son profesionales honrados que tratan de aplicar las normas de manera justa e imparcial, pero no son inmunes a la psicología humana, y se ven afectados por una serie de sesgos que, incluso de forma inconsciente, condicionan su conducta. La confirmación del acierto de sus decisiones por el conjunto de los asistentes es una forma de aliviar la presión recibida. Dado que las creencias se ven alteradas por el ambiente, los colegiados no necesariamente tienen conciencia de favorecer al equipo de casa, sino que pueden creer estar haciendo lo correcto. La supervisión existente actúa, lógicamente, como contrapeso. Como prueba de su tesis, destacan que, en los partidos jugados sin público, a raíz de la aplicación de sanciones, desaparecen los sesgos relativos a la señalización de faltas y la exhibición de tarjetas.

Las adaptaciones de las competiciones deportivas a la crisis sanitaria del coronavirus han aportado unos experimentos naturales para contrastar algunas de las hipótesis sobre las causas de la ventaja de campo. La revista The Economist ha encargado un estudio a la consultora 21st Club, que ha analizado 1.534 partidos de fútbol jugados sin público. Del estudio se desprende una eliminación de los sesgos arbitrales, en lo referente a las tarjetas por faltas cometidas. Sin embargo, pese a ello, prevalece una superioridad para los equipos anfitriones, que obtienen un 58% de los puntos disputados. Dicho de otro modo, las tres cuartas partes del rendimiento local superior permanecen intactas.

El semanario británico considera que la justificación de ese desfase sigue siendo un misterio. Como hipótesis explicativa apunta la posibilidad de que obedezca a que los entrenadores recurren a alineaciones y estrategias conservadoras cuando juegan fuera, incluso cuando los estadios están vacíos.

(Artículo publicado en el diario “Sur”)

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