Casualmente, entre un montón de libros desordenados, sale a mi encuentro un librito, en el que, después de más de cuarenta años, releo párrafos olvidados: “… hay que darle un sentido y una finalidad a la política de austeridad que es una opción obligada y duradera y, al mismo tiempo, una condición de salvación para los pueblos de Occidente… La austeridad no es hoy un mero instrumento de política económica al que hay que recurrir para superar una dificultad temporal, coyuntural, para permitir la recuperación y la restauración de los viejos mecanismos económicos y sociales… La austeridad es el medio de impugnar por la raíz y sentar las bases para la superación de un sistema que ha entrado en una crisis estructural y de fondo, no coyuntural, y cuyas características distintivas son el derroche y el desaprovechamiento, la exaltación de los particularismos… Austeridad significa rigor, eficiencia, seriedad, y también justicia…”.
Son frases entresacadas de un discurso más extenso y lleno de matices, pero también, en sí mismas, bastante expresivas. ¿A quién podría atribuírsele semejante declaración? ¿Qué suerte podría haberle esperado a quien, en los últimos años, hubiese efectuado tal proclamación? ¿Quién le arrendaría las ganancias?
Realmente no lo sé, pero quizás antes de manifestarse al respecto podría ser conveniente matizar que tales frases corresponden al texto de un discurso pronunciado ante “la Convención de Intelectuales”, en Roma, en enero del año 1977, por Enrico Berlinguer, secretario general del Partido Comunista Italiano.
El librito en cuestión (Enrico Berlinguer, “Austeridad”, Editorial Materiales, 1978) estaba prologado por Julio Segura, por aquel entonces destacado dirigente del PCE, y prestigioso catedrático de Teoría Económica. En abril de 1979 me dedicó el ejemplar rescatado del olvido que ahora tengo entre mis manos, recomendándome, sobre la base de su propia experiencia, que viera “lo difícil que resulta ser economista, comunista y, además, partidario de la austeridad”. A pesar de provenir de un economista, el pronóstico se ha evidenciado sumamente acertado en las tres facetas.