3 de julio de 2020

La participación de los salarios en la renta nacional


Tradicionalmente, la participación de las rentas del trabajo dentro de la renta nacional se situaba en torno a un valor que se mantenía estable a lo largo del tiempo. Sin embargo, en la mayoría de los países avanzados, se viene observando una tendencia decreciente de dicha participación. En el caso de España, esta ratio se mantuvo por encima del 60% desde 1960 hasta 1985. A partir de entonces, aunque con algunas oscilaciones, muestra una tendencia de suave descenso, hasta llegar a niveles del 53% en los últimos años, unos 14 puntos porcentuales por debajo del máximo, alcanzado a mediados de los años setenta.

La estabilidad en las cuotas de reparto entre el capital y el trabajo llamó la atención de Keynes, quien, en 1939, llegó a escribir que en ella había “algo de misterio”. Años después, en 1958, Solow, Premio Nobel de Economía en 1987, desmontó las claves de la supuesta intriga: “… se ha creído ampliamente que la participación de la renta nacional que va al trabajo es una de las grandes constantes de la naturaleza, como la velocidad de la luz… como la mayoría de los milagros, éste puede ser una ilusión óptica”.

En efecto, una vez que observamos la gran cantidad de variables que intervienen en la determinación de dicho porcentaje, difícilmente podemos encontrar una teoría que respalde su invariabilidad. Según estudios para diversos países, la estabilidad de la participación de la renta del trabajo tenía poco misterio. Era simplemente el resultado de fuerzas entre, y dentro de, sectores que se contrarrestaban entre sí.

Por otro lado, no faltan problemas metodológicos respecto a esta cuestión. Por lo que concierne a la forma de calcular el reparto de la renta nacional, se sigue el siguiente procedimiento: el montante total del producto interior bruto (PIB) a precios de mercado se reparte entre: a) remuneración de asalariados; b) excedente de explotación (en sentido amplio); y c) impuestos netos sobre la producción y las importaciones. Algunas precisiones son necesarias:

  • La perspectiva considerada corresponde a la distribución funcional de la renta. Más significativa puede resultar la distribución personal, que tiene en cuenta las distintas fuentes de ingreso obtenidas por las familias, ya sean del trabajo o del capital.
  • La remuneración de los asalariados comprende los sueldos y salarios brutos, así como las cotizaciones sociales a cargo de los empleadores.
  • Las rentas de los trabajadores autónomos se incluyen en su totalidad como rentas del capital, aun cuando una parte corresponde a la aportación del trabajo. De esta manera, la participación del trabajo en la renta queda infravalorada.
  • La parte del capital se ve igualmente acentuada por la inclusión del excedente de explotación de las administraciones públicas, concepto que, en este caso, recoge simplemente el consumo de capital fijo.

La realización del pertinente ajuste con las retribuciones del trabajo de los autónomos (estimadas) eleva la participación de la renta laboral en torno a 5 puntos porcentuales, pero no elimina la tendencia a la baja. Cabe preguntarse cuáles son las causas de ese descenso, después de una larga etapa de considerable estabilidad:

  • Automatización de los procesos de producción, impulsada por los avances tecnológicos y una reducción del precio relativo de los bienes de capital.
  • Ganancia de cuota de mercado de empresas punteras.
  • Efectos de la globalización económica, con deslocalización de actividades hacia países con costes reducidos.
  • Disminución del poder de negociación colectiva de los trabajadores.
  • Aumento de la importancia de los contratos temporales y a tiempo parcial.

Al margen de las posibles consecuencias en cuanto a la distribución de la renta personal, dada la mayor concentración de las rentas del capital, la tendencia analizada tiene implicaciones en la vertiente macroeconómica, toda vez que condiciona la capacidad de gasto. Por último, no cabe olvidar que, como siempre que se habla de ratios, no sólo hay que atender al porcentaje, sino también a la cuantía absoluta sobre la que se aplica.

(Artículo publicado en el diario “Sur”, con fecha 3 de julio de 2020)

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