26 de julio de 2020

La educación en el horizonte OCDE 2030: un giro copernicano


Recientemente, Ángel Gurría, secretario general de la OCDE, ponía sobre la mesa un dato revelador. En los países integrantes de dicha organización, desde el año 2000 el gasto educativo por alumno de primaria y secundaria ha crecido más de un 15%, pero “es descorazonador que la mayoría de los países de la OCDE no hayan visto prácticamente ninguna mejoría en los resultados de sus estudiantes desde que PISA se lanzara en el año 2000”. PISA (acrónimo del “Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes”) es una iniciativa de gran impacto que trata de llevar el aprendizaje de los adolescentes mucho más allá de la mera reproducción de los contenidos de las asignaturas. Evalúa a los estudiantes de 15 años no tanto en función de lo que saben, sino de qué son capaces de hacer con lo que saben. Aprender no debe servir sólo para poder replicar la información percibida, sino, más que nada, para “construir conocimiento, pensar críticamente y adoptar decisiones bien fundadas”.

PISA ha recibido críticas porque expone a los alumnos ante problemas que no han visto anteriormente, pero la sociedad en la que vivimos nos enfrenta continuamente a situaciones nuevas, y esa tendencia no va sino a acentuarse, y afectará de lleno a los niños y adolescentes de hoy. Desde hace años, el sistema educativo tiene ante sí el reto de prepararlos para profesiones que aún no se conocen, y para hacer frente a problemas que todavía no se han manifestado.

En 2018, la OCDE puso en marcha el proyecto relativo al Marco de Aprendizaje 2030, que ofrece una serie de principios sustentadores de los sistemas educativos del futuro. En él se explicita el “compromiso de ayudar a cualquier estudiante a desarrollarse como una persona integral, desplegar su potencial y contribuir a conformar un futuro compartido construido a partir del bienestar de los individuos, las comunidades y el planeta”.

Los desafíos que afrontan las sociedades provienen de tres ámbitos: ambiental (cambio climático y agotamiento de los recursos naturales), económico (disrupciones tecnológicas, interdependencia financiera, riesgos y crisis), y social (migración, urbanización, desigualdades, amenazas de guerra y de terrorismo). El proyecto Educación 2030 OCDE se alinea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.

En el documento de referencia se describe “un esfuerzo global para el cambio educativo”, que no admite demora, y que obliga a modificar los esquemas docentes tradicionales, no únicamente en el caso de los escolares. En relación con estos, para que estén preparados para el futuro, se considera que tienen que “ejercitar la agencia, en su propia educación y a lo largo de la vida. La agencia implica un sentido de responsabilidad para participar en el mundo y, al hacerlo, influir sobre las personas, los eventos y las circunstancias hacia lo mejor”. A fin de potenciar esa capacidad agencial, los educadores deben reconocer no sólo la individualidad de los alumnos, sino también el conjunto de relaciones que influyen en su formación.

Los estudiantes mejor preparados para el futuro se conciben como “agentes del cambio”, a partir de un concepto clave como es el de competencia, que debe incluir: movilización de conocimiento, habilidades, actitudes y valores para satisfacer demandas complejas. Los estudiantes necesitarán tanto conocimiento general como especializado. La OCDE destaca el papel de tres tipos de conocimiento: disciplinar (como materia prima), epistemológico (fundamento y métodos del conocimiento científico) y procedimental (referente a las etapas o acciones para llegar a una meta). Tres nuevas competencias (“transformacionales”) han sido identificadas, la de creación de nuevos valores, la de reconciliación de tensiones y dilemas, y la de asunción de responsabilidad.

En tiempos convulsos, poder disponer de elementos naturales o artificiales de orientación es sumamente valioso. Si no pueden verse bien ni el Sol ni las estrellas, la “brújula del aprendizaje” de la OCDE puede desempeñar un papel clave. Dado que el viaje es largo y estará lleno de dificultades, conviene prepararse adecuadamente y no demorar la partida.

(Artículo publicado en el diario “Sur”)

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